Con gratitud celebramos el aniversario de la partida de nuestro fundador a la Casa del Padre, recordando tantos ecos en los medios de Comunicación de aquel año 1954.

Por su sencillez, compartimos éste que resume lo que las personas que lo conocieron se llevaron de su paso por esta tierra.

«Esto fue lo que dijo una mujer del pueblo que presencia a él paso del entierro, llevando de su mano un niño pequeño:

– Madre, ¡cuánta gente!… ¿Qué pasa?

– Es un entierro, hijo mío…

– ¿Quién ha muerto? ¿Algún señor?

– ¡Un sacerdote… Sembrador de azucenas!, contesta la madre.

– ¿En macetas?

– No, hijo mío, en las almas.

Esta definición de una mujer sencilla era el eco popular de lo que se repetía entre todos los conocidos»

(Don Tomás Monzocillo)