1 enero 2017 Santa María Madre de Dios

30 Dic, 2016 | Adviento - Navidad

LA PALABRA DEL DIA

Cuando los dejaron los ángeles para irse al cielo, los pastores empezaron a decirse unos a otros: – Ea, vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor. Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño recostado en el pesebre. Al verlo, les comunicaron las palabras que les habían dicho acerca de aquel niño. Todos los que lo oyeron quedaron sorprendidos de lo que decían los pastores. María, por su parte, conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído; tal y como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, cuando tocaba circuncidar al niño, le pusieron de nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. (Lc 2 16-21)

LA MADRE

A muchos les puede extrañar que la Iglesia haga coincidir el primer día del nuevo año civil con la fiesta de Santa María, Madre de Dios. Y, sin embargo, es significativo que, desde el siglo IV, la Iglesia, después de celebrar solemnemente el nacimiento del Salvador, desee comenzar el año nuevo bajo la protección maternal de María, Madre del Salvador y Madre nuestra.
Los cristianos de hoy nos tenemos que preguntar qué hemos hecho de María estos últimos años, pues probablemente hayamos empobrecido nuestra fe eliminándola de manera inconsciente de nuestra vida.

Movidos, sin duda, por una voluntad sincera de purificar nuestra vivencia religiosa y encontrar una fe más sólida, hemos abandonado excesos piadosos, devociones exageradas, costumbres superficiales y extraviadas. Hemos tratado de superar una falsa mariolatría en la que tal vez sustituíamos a Cristo por María y veíamos en ella la salvación, el perdón y la redención, que, en realidad, hemos de acoger de su Hijo.

Si todo ha sido corregir desviaciones y colocar a María en el lugar auténtico que le corresponde como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, nos tendríamos que alegrar y reafirmar en nuestra postura. Pero, ¿ha sido exactamente así? ¿No la hemos olvidado excesivamente? ¿No la hemos arrinconado en algún lugar oscuro del alma junto a las cosas que nos parecen de poca utilidad?

El abandono de María, sin ahondar más en su misión y en el lugar que ha de ocupar en nuestra vida, no enriquecerá jamás nuestra vivencia cristiana, sino que la empobrecerá. Probablemente hayamos cometido excesos de mariolatría en el pasado, pero ahora corremos el riesgo de empobrecernos con su ausencia casi total en nuestras vidas.

María es la Madre de Jesús. Pero aquel Cristo que nació de su seno estaba destinado a crecer e incorporar a numerosos hermanos, hombres y mujeres que vivirían un día de su Palabra y de su Espíritu. Hoy María no es solo Madre de Jesús. Es la Madre del Cristo total. Es la Madre de todos los creyentes.
Es bueno que, al comenzar un año nuevo, lo hagamos elevando nuestros ojos hacia María. Ella nos acompañará a lo largo de los días con cuidado y ternura de madre. Ella cuidará nuestra fe y nuestra esperanza. No la olvidemos a lo largo del año.

José Antonio Pagola

MARIA PERMANECE FIEL A LA PALABRA

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María es ejemplo. Es la Madre que confía, que obedece, que se abaja humildemente y cree en la Palabra de Dios. María, tú te fías, no sólo porque las cosas prometidas se cumplen, sino porque en las dificultades y peligros, sobre todo, en los momentos confusos, contradictorios y oscuros, tú, María, siempre sigues caminando en la dirección de la Palabra de Dios.

Tu Fe, María, se pone a prueba en esos momentos de peligro y de obligadas huidas ante las amenazas de persecución y muerte que caen sobre tu Hijo. Tu fe se hace visible en la obediencia, callada y silenciosa, quizás sin entender nada. Tu fe se hace visible en la perseverancia ante las contradicciones que el camino y tu maternidad te presentan.

María, tu fe nos conforta cuando tu disponibilidad nos habla y nos da ejemplo de fidelidad. Y, por la Gracia, en tu seno, la Palabra se hace carne y acampa entre nosotros. Tu fe nos llena de esperanza y de fortaleza.

María, Madre de Dios, tú siempre has estado con el Señor y siempre, con tus actos y obras nos has hablado en silencio. Nos has hablado de Él. María, Madre de Dios y Madre nuestra, llévanos a la presencia de tu Hijo. Amén.

JUNTO A MARÍA Y JOSÉ, LA SAGRADA FAMILIA, BRINDAMOS POR TODAS LAS FAMILIA Y, DE SU MANO, PEDIMOS QUE INTERCEDA EN ESTE NUEVO AÑO POR TODAS LAS FAMILIAS, LA UNIDAD Y LA DEFENSA DE LA VIDA. AMÉN.

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