Queridos hermanos: ¿Sufre alguno de vosotros? Rece. ¿Está alegre alguno? Cante cánticos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungido con óleo, en el nombre del Señor. y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará. Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. (St 5)
¿A quiénes amar?:
A todos mis hermanos de humanidad.
Sufrir con sus fracasos, con sus miserias, con la opresión de que son víctimas.
Alegrarme de sus alegrías.
Encerrarlos en mi corazón, todos a la vez.
Cada uno en su sitio.
Ser plenamente consciente de mi inmenso tesoro y con ofrecimiento vigoroso y generoso, ofrecerlos a Dios.
Hacer en Cristo la unidad de mis amores: riqueza inmensa de almas plenamente en la luz.
Todo esto en mí como una ofrenda, como un don que revienta el pecho:
movimiento de Cristo en mi interior que despierta y aviva caridad, movimiento de la humanidad, por mí hacia Cristo.
(Extracto de una oración de San Alberto Hurtado sj)