Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
«¿Soy yo acaso, Señor?» (Mt 26)
Seré yo, Maestro,
quien afirme
o quien niegue?
¿Seré quien te venda
por treinta monedas
o seguiré a tu lado
con las manos vacías?
¿Pasaré alegremente
del «hossannah»
al «crucifícalo»,
o mi voz cantará
tu evangelio?
¿Seré de los que tiran la piedra
o de los que tocan la herida?
¿Seré levita, indiferente
al herido del camino,
o samaritano conmovido
por su dolor?
¿Seré espectador
o testigo?
¿Me lavaré las manos
para no implicarme,
o me las ensuciaré
en el contacto con el mundo?
¿Seré quien se rasga las vestiduras
y señala culpables,
o un buscador humilde de la verdad?
José María Rodríguez Olaizola, sj