Las Bienaventuranzas nos muestran el Dios de Jesús. El que hace hijos suyos a los que trabajan por la paz, que da el Reino a los pobres y a los que luchan por la justicia, el que se deja ver a los de corazón limpio, que sacia a los hambrientos y consuela a los que lloran…

Nuestro Dios está atento a las necesidades del hombre, no está lejos. Su respuesta es darse, mostrarse, entregarse por nosotros. Convierte a los que sufren en bienaventurados, porque los quiere con locura, se desvive por ellos, como el Padre que cuida al hijo enfermo. Es toda una propuesta para nosotros: acercarnos al que sufre, dar la vida por amor y convertirlo en dichoso por nuestros gestos, compañía y anuncio de lo mucho que Dios lo quiere. Si quieres ser constructor de bienaventuranza ama al hermano como Él nos ama.