Recibirle como enviado de Dios es abrir la puerta a la eficacia de la Palabra. Se hace carne, habita entre nosotros, en medio de nuestro mundo.
Su testimonio de Dios quien le envía, al que es fiel, cambia para siempre la imagen de Dios que el hombre tiene: es Padre, que ama a los hombres, que nos quiere como hijos, que le envía para salvar, que llama para colaborar, que necesita obreros para la mies y paga un ‘salario’ justo…
Es a Él a quien debemos escuchar y no a otros, que nos presentan otros dioses y utilizando su nombre nos confunden. Es en Él, sus palabras y gestos, donde debemos buscar el verdadero rostro de Dios. Palabras de cuaresma para hoy: ‘Un nuevo Dios, Padre’