El acontecimiento de la llamada es algo totalizador. Es lo que define la vida entera y le da un sentido, un sentido teológico. ¡La vida es vocación!y, como la formación es permanente, antes incluso lo es la vocación como constante llamada. No puede existir un solo instante de nuestra vida en el cual el Padre Dios no nos llame.
Amedeo Cencino
(No cuentan los números pag. 47)