La vocación de Felipe

4 May, 2012 | Cultura vocacional

La Vocación de Felipe

El que sigue a Cristo jamás puede perderse, ni encontrarse sin apoyo. Meditación
Autor: churchforum

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ENCUENTRO DE JESUS Y LLAMADO A HACERLE COMPAÑÍA

«Al día siguiente, Jesús resolvió partir para Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro». ( S. Juan I, 43-44).

UN ENCUENTRO INTENCIONAL

Jesús «encontró a Felipe«. Aparentemente era un encuentro casual. De hecho, adivinamos que Jesús encontró a Felipe en el camino porque lo quería encontrar . Desde hacía tiempo había preparado este encuentro por un trabajo secreto en el alma de Felipe; no hubiese podido lanzar su llamado al que no estuviera dispuesto de algún modo. Encuentro y llamamiento sólo se improvisan en apariencia; por mucho tiempo han sido meditados por Cristo, que encuentra al que quiere, en el momento que quiere, en las circunstancias que quiere.

La vocación viene de un encuentro con Cristo, quizá en el momento menos pensado. Jesús se adelanta al que quiere llamar. Como lo ha preparado para escuchar el llamado, el encuentro puede mover inmediatamente las profundidades del alma.

SÍGUEME

«Sígueme». La invitación dirigida a Felipe prueba que el llamado de Cristo pide ante todo el apego a su persona. Jesús no le dice a Felipe qué actividad va a desempeñar. Sencillamente le pide que lo acompañe en el camino y se abandone a El con confianza para todo su porvenir.

El término que traducimos por «seguir» quiere decir más exactamente «acompañar». Jesús no quiere que lo sigan como un siervo sigue a su amo. Quiere que lo acompañen, que vivan a su lado como amigos. Seguir, es dejarse conducir por un llamado de amor y comenzar una amistad.

La expresión «sígueme» es, en su brevedad, la fórmula más característica del llamado a una vida enteramente entregada al Señor. Subraya la unión de persona a persona que se establece en una vocación. El que acepta el llamado no sabe por adelantado lo que tendrá que hacer ni las situaciones a las que tendrá que enfrentarse. Pero está seguro de Cristo; su compromiso de fidelidad personal.

Compromiso y fidelidad se fundamentan en el que ha sido llamado sobre el compromiso y la fidelidad absoluta del Señor. Al decir «sígueme» Jesús se obliga a trazar el camino y a sostener con su fuerza divina al que se confió a El. Le promete una fidelidad sin desmayo. El que sigue a Cristo jamás puede perderse, ni encontrarse sin apoyo. Con tal que no se detenga en su seguimiento, infaliblemente se salva y salva a muchas almas.

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