Desde «Enlázate por la Justicia» estamos experimentando en esta pandemia del Covid19 nuestra fragilidad, interconexión e interdependencia. El sufrimiento que hoy nos afecta a unas personas, mañana afectará a otras y, por ello, también debemos compartir los conocimientos, recursos y medios para reforzar los lazos de cooperación universal que manifiestan la fortaleza de nuestra conexión.
El resurgimiento de unos países debe ser esperanza futura para otros si ejercemos la solidaridad. El tema de la Semana Laudato Si’ es «todo está conectado». En su mensaje de video, el Papa Francisco pidió a los católicos que pensemos en el futuro de nuestra casa común:
«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Motivado por esta pregunta, quisiera invitarlos a participar en la Semana Laudato Si’ del 16 al 24 de mayo de 2020. Es una campaña global en ocasión del quinto aniversario de la carta encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común. Renuevo mi llamado urgente a responder a la crisis ecológica. El clamor de la Tierra y el clamor de los pobres no dan para más. Cuidemos la creación, don de nuestro buen Dios Creador. Celebremos juntos la Semana Laudato Si’. Que Dios los bendiga y no se olviden de rezar por mí».
La Semana Laudato Si’ está auspiciada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano y liderada por un grupo de colaboradores católicos. Más información en LaudatoSiWeek.org/es.
PARA SABER MAS TE REMITO A LA PÁGINA DE CEDIS
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra
Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura…