El tren solo pasa una vez. De nosotros depende la decisión de subirnos o verlo pasar y alejarse.
Su velocidad nos puede producir miedo, su destino nos puede abrumar y su distancia de largo recorrido nos puede interrogar, incluso paralizar… pero… hay que subirse.
Si no lo hacemos habremos desaprovechado la oportunidad de VIVIR a tope afrontando todo lo que encontremos en el camino.
Sol, lluvia, viento, noche, día… acompañarán ese trayecto y cada momento será una oportunidad de vivir desde lo que el instante nos presente.
En el viaje no estamos solos, otros muchos han tomado el mismo tren y han optado por ser compañeros de trayecto.
Compartirán con nosotros risas, llantos, dudas, ilusiones… y juntos contemplaremos desde la ventana del tren la grandeza de la creación, la importancia de las cosas bien hechas, la recompensa del esfuerzo y la esperanza de lo que encontraremos en cada estación de la vida.
Encar_AM (Reflejos de Luz)