11 noviembre
«Y nosotros debemos decirnos pecadores, sí, ¡todos, aquí, todos lo somos. Corruptos, no. El corrupto está fijo en un estado de suficiencia, no sabe qué cosa es la humildad. Jesús, a estos corruptos, les decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen bellos, por afuera, pero dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Y un cristiano que se vanagloria de ser cristiano, pero que no hace vida de cristiano, es uno de estos corruptos. Todos conocemos a alguien que está en esta situación, ¡y cuánto mal hacen a la Iglesia! Cristianos corruptos, sacerdotes corruptos… ¡Cuánto mal hace a la Iglesia! Porque no viven en el espíritu del Evangelio, sino en el espíritu de la mundanidad».
10 noviembre
«La vida que Dios nos prepara “no es un mero embellecimiento de la actual: supera nuestra imaginación, porque Dios nos sorprende continuamente con su amor y con su misericordia”.“¡No es esta vida la que sirve de referencia a la eternidad… es la eternidad -aquella vida- la que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros! Desde un punto de vista solamente humano, estamos llevados a decir que el camino del hombre va de la vida hacia la muerte… Pero es solamente desde el punto de vista humano. Jesús da la vuelta a esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena!”.
8 noviembre
«Los santos son personas que se dejan poseer totalmente por Dios. No tienen miedo de ser ridiculizados, incomprendidos o marginalizados»
7 noviembre
Las cosas tienen un precio y se pueden vender, pero las personas tienen una dignidad,
valen más que las cosas y no tienen precio
Papa Francisco
6 de noviembre
LOS CARISMAS SON MEDIOS PARA CRECER EN LA CARIDAD
Ciudad del Vaticano, 6 noviembre 2013 (VIS).
La comunión de los santos que crece mediante la participación en los bienes espirituales, sobre todo en los sacramentos, los carismas y la caridad ha sido el tema de la catequesis del Papa Francisco durante la audiencia general de los miércoles.
En los sacramentos cada uno de nosotros “es incorporado a Cristo y unido a toda la comunidad de creyentes. Por tanto, si por una parte es la Iglesia la que ‘hace’ los sacramentos, por otra son los sacramentos los que ‘hacen’ a la Iglesia, la edifican, generando nuevos hijos y agregándolos al Pueblo santo de Dios”. Además “los sacramentos nos impulsan a ser misioneros y el compromiso apostólico de llevar el Evangelio a todos los ambientes, incluidos los más hostiles, constituye el fruto más auténtico de una vida sacramental asidua, en cuanto es una participación en la iniciativa salvífica de Dios que quiere salvar a todos”.
El segundo aspecto de la comunión en las cosas santas es la comunión de los carismas. “El Espíritu Santo dispensa a los fieles una multitud de dones y gracias espirituales…encaminada a la edificación de la Iglesia. De ahí que no sean dados en beneficio de quienes los reciben, sino para la utilidad del pueblo de Dios… Los carismas son gracias particulares dadas a algunos para hacer bien a tantos otros” y “nacen en la conciencia y en la experiencia de determinadas personas que están llamadas a ponerlos al servicio de la comunidad. En particular, estos dones espirituales van en beneficio de la santidad de la Iglesia y de su misión”.
La caridad es el tercer aspecto de esta comunión de bienes espirituales. “Los carismas son importantes en la vida de la comunidad cristiana, pero son siempre medios para crecer en la caridad, en el amor, que san Pablo coloca por encima de los carismas”. “Sin el amor hasta los dones más extraordinarios son vanos… mientras el más pequeño de nuestros gestos repercute en bien de todos…Esta solidaridad fraterna no es una figura retórica, una forma de hablar, sino un ingrediente fundamental de la comunión entre los cristianos. Si la vivimos, somos para el mundo un signo, un ‘sacramento’ del amor de Dios”.
“No se trata solo de esa caridad fácil que podemos ofrecernos unos a otros Se trata de algo más profundo: es una comunión que nos hace capaces de entrar en la alegría u en el dolor de los demás para hacerlos sinceramente nuestros. Y, en cambio, a menudo somos demasiado áridos, indiferentes, despegados, y, en vez de transmitir fraternidad, transmitimos mal humor, frialdad, egoísmo. Y con el mal humor, la frialdad y el egoísmo, no se puede hacer que la Iglesia crezca. La Iglesia crece solamente con el amor que viene del Espíritu Santo”.
“Y ahora quiero pediros un acto de caridad”, ha dicho Francisco a las decenas de miles de fieles en la Plaza de San Pedro, y bromeando ha añadido: “Tranquilos eh, que no se trata de una colecta. Antes de venir a la Plaza he ido a ver a una niña de un año y medio con una enfermedad gravísima. Su madre y su padre rezan y piden al Señor que cure a esta niña: se llama Noemí y sonreía, ¡pobrecita!. Hagamos un acto de amor; no la conocemos pero es una niña bautizada, es una de nosotros, una cristiana. Pidamos que el Señor la ayude en este momento y le de la salud: primero en silencio y después rezaremos el Ave María”.
La Plaza ha permanecido silenciosa durante unos instantes, hasta que el Papa ha dicho: “Y ahora todos juntos recemos a la Virgen por la salud de Noemí”. “Gracias por este acto de caridad”, ha concluido después de que más de 50.000 personas han rezado al unísono un Avemaría.