Quiero decir que si como Tu, María

21 Nov, 2018 | Cultura vocacional

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Nuestra vida debe ser #ConyComoMaría. ¿Qué significa esto? Todos, niños, jóvenes y adultos debemos imitar las virtudes de nuestra Madre. Ella con todo su amor nos propone un camino espiritual para acercarnos a su hijo y encontrar la felicidad.

Si queremos un método de vida cristiano y mariano claro y efectivo, debemos vivir Con y Como María de la siguiente manera:

Como María en la fe. Una mujer que cree y se entrega al llamado del Señor. La fe de María es como una roca, fuerte e indestructible. Si tuviéramos fe como un grano de mostaza podríamos mover montañas. De la misma manera, si imitamos a María en la fe podremos ver y recibir todas las bendiciones de Dios.

Como María en la esperanza. ¿Cuántas veces hemos desconfiado de los planes de Dios? ¿Cuántas veces nos hemos equivocado por no saber esperar el momento preciso? A pesar de las dificultades, enfermedades y otros tantos problemas que tengamos no nos cansemos de confiar en Dios.

Como María en la caridad. Es la máxima virtud que podemos imitar a la Virgen María. Del amor derivan todas las buenas obras y la entrega a los demás. Nuestra Madre no dudó nunca en decir “si” por amor. Por amor aceptó el llamado de Dios, por amor sufrió y por amor está hoy junto a nosotros.

Como María en la piedad. De la Madre de Dios y Madre nuestra debemos aprender el respeto y fiel culto hacia Dios Padre. Cuántas veces nos ha pasado que por temor a ser criticado o recibir burlas, ocultamos nuestra fe y nos apenamos de manifestar nuestras creencias religiosas. María jamás tuvo miedo de decir que era la Madre de Jesús.

Como María en la Prudencia. Alguna vez hemos escuchado decir “Virgen Prudentísima”. Efectivamente, María fue una mujer inteligente, llena de paz y sabiduría. Ser prudente hoy en día es no andar apresurados en la vida, es estar del lado de la verdad, atentos a identificar la decisión y camino correcto.

Como María en la Justicia. Todos en la vida estamos llamados a ser mejores personas. Para ello debemos hacer lo correcto y darle a cada quien lo que le pertenece. La justicia nos invita a ser valientes y señalar cuando algo está mal.

Como María en la Fortaleza. Cómo no llenarnos de valor al pensar en la firmeza con que la Virgen María soportó todo el sufrimiento de ver a su hijo que iba con una cruz encima y peor aún verlo morir clavo en un madero. No podemos detenernos frente a las dificultades de la vida, pidamos a la Virgen nos ayude a ser fuertes y capaces de soportar todo mal.

Como María en la Templanza. La Virgen María siempre tan sencilla, una mujer que aceptaba lo que tenía sin buscar grandezas más que la grandeza del Reino de Dios. Los vicios y placeres de la vida están aún más de moda. A pesar de lo difícil que puede resultar alejarse de los vicios, la dignidad humana es lo que importa y por ello debemos luchar contra nuestros impulsos.

Como María en la Obediencia. “Hágase en mi según tu voluntad” fueron las palabras que la Virgen María pronunció fiel a la llamada de Dios. ¿Cuántas veces Jesús se nos acerca para pedirnos que ayudemos a nuestro prójimo o que cambiemos de estilo de vida? ¿Respondemos con un sí?

Como María en la Pobreza. Jesús, José y María nos dan un claro ejemplo del significado de la pobreza y que las riquezas no son necesarias cuando tenemos el amor de Dios al centro de nuestra vida. María es el ejemplo que desde la pobreza podemos brillar grandemente. A veces perdemos el rumbo de nuestra vida por buscar riquezas y nos olvidamos que lo más importante es la riqueza de corazón.

Como María en la Mansedumbre. Aún con su hijo perdido, la Virgen María no se deja llevar por los impulsos de la ira. A diario reaccionamos de forma violenta a todas aquellas situaciones que nos incomodan. La excusa de “así soy yo” ya no es válida. No nos cansemos de buscar la paz.

Como María en la Humildad. María recibió muchos dones, incluso era muy superior a los demás empezando porque fue escogida como la madre del Salvador. A pesar de ello nunca se creyó más que los que le rodeaban, siempre vivió en humildad y sencillez. Ahora nos sucede a nosotros que nos ponemos adelante y dejamos a un lado a Jesús. Debemos hacer que Cristo crezca y nosotros disminuyamos.

¡Gracias Virgen María por tu amor, gracias por tu si, gracias por llevarnos de la mano a Jesús! Contigo queremos recorrer los senderos de la vida y decirle a Cristo: ¡aquí estoy para hacer tu voluntad!

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