Virginidad Consagrada (13)
Ven y sígueme, una voz inconfundible, que se viste de mil colores, como son los Carismas de la Iglesia.
¿Ya oíste esa voz?
Renuévala hoy, y sonríe.
Esa llamada es inconfundible, la mía la escuché en la serenidad de un amanecer con los pies descalzos, porque así es la Virginidad Consagrada, sin más apoyos que el mismo Dios que es todo en todo.
«Vuestro carisma debe reflejar la intensidad y también la frescura de sus orígenes»
(Benedicto XVI)