Virginidad Consagrada (46)
¿Quién no ha visto cómo se va quemando una varilla de incienso?
La danza lenta de humo y el aroma que desprende, casi hipnotiza. Nos transporta a un espacio sereno.
El incienso se acaba y queda su aroma.
«El incienso anhela desaparecer en aroma…»
(R. Tagore)
Sí, todo un juego de saber estar, desaparecer, quedarse.
Quizás sean signos que nos hablan de la sutileza de la vocación a la virginidad consagrada.
Un perfume, que cuesta definir, un soporte físico que se deja desaparecer para enfocarnos gratuitamente a valores eternos.
A veces la poesía pone palabras donde la prosa se queda corta.