-Felices ustedes si saben callar y ojalá sonreír cuando se les quita la palabra, se los contradice o cuando les pisan los pies, porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.
-Felices ustedes si son capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los demás aún cuando las apariencias sean contrarias. Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.
-Felices sobretodo, ustedes, si saben reconocer al Señor en todos los que encuentran, entonces habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.
(Santo Tomás Moro)