Isaías 29,13

18 Jun, 2025 | Oración y reflexión, Servir la Palabra

Isaías 29:13
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.

Cuánto nos cuesta que no valoren y reconozcan nuestra generosidad. Somos quizá generosos con nuestro tiempo, cualidades o bienes, y decimos que todo eso lo hacemos sin esperar nada a cambio; pero en el fondo, nos gusta dar con la mano derecha mientras hacemos todo lo posible para que nuestra mano izquierda sepa quién ha dado, lo que hemos dado y qué ejemplar ha sido nuestra acción. Cuando damos para quedar bien, estamos disfrazando nuestra fe con esa careta de la hipocresía que, tarde o temprano, decepciona a los demás y los aparta del Evangelio.

Cuántas intenciones egoístas y vanidosas, disfrazadas de apariencia de bien, se ocultan agazapadas en tantos actos que realizamos en nombre de Dios y de la virtud cristiana. Cuánto afán de crecer a los ojos de los demás, cuánta ambición de poder y de reconocimiento..

El Señor no hizo depender su predicación, sus curaciones, su entrega al Padre en la Cruz, del reconocimiento humano, de la buena opinión de los hombres o de la recompensa que podía esperar a cambio.

Contémplalo en la Cruz y dejarás de buscar compensaciones y reconocimientos humanos. Basta que Dios conozca tus manos, si tú quieres conocer también las suyas.

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