Tienen necesidad de médico los enfermos. A ellos se acerca Jesús: los toca y sanan. Tienen lepra y vuelven a la ciudad. ¿Qué pasa con los otros enfermos, con aquellos que están lejos de su condición de hijos, de vivir con la dignidad de todo hombre y mujer? A esos también los busca para sanarlos.
Se ha hecho uno de nosotros para comer con ellos, llamarles, mirarles a los ojos, amarles para que dejen el mal, para que rompan la soledad, para que vuelvan a vivir en plenitud lo que son. Es ‘médico’ para el hombre porque le hace vivir con alegría, porque cura heridas que no dejan de sangrar, porque está pendiente de cada uno de sus pacientes, los hombres y mujeres de este mundo. Es un médico sin lista de espera, sale a buscar a los pacientes y los carga en sus hombros para sanar las heridas del corazón. ¿Injusto? Nunca amar de esta manera será injusto… te ama tanto como al otro, ¿de qué te quejas?