Cuidamos la Casa común (29)
Existen salmos tan bellos que son un canto al creador del universo, con los que podemos alabar en oración su obra.
«Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche transmite la noticia.
No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; más por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo»
(Salmo 19, 2-5)
¿Quien ha dicho que no se puede cuidar la casa común cantando, recitando, orando…?
«En la belleza del mundo, en su misterio, en su grandeza y en su racionalidad no podemos menos de leer la racionalidad eterna, y no podemos menos de dejarnos guiar por ella hasta el único Dios, creador del cielo y de la tierra. Si tenemos esta mirada, veremos que el que creó el mundo y el que nació en una cueva en Belén y sigue habitando entre nosotros en la Eucaristía son el mismo Dios vivo, que nos interpela, nos ama y quiere llevarnos a la vida eterna»
(Benedicto XVI)