II Domingo de Cuaresma
La experiencia de la Transfiguración se prolonga a lo largo de la historia… nuestros ojos internos pueden ser participes de áquel «regalo», cuando nuestra alma se abre a la luz, luz que es transparencia, pureza, amor virgen,… a la adoración de Dios sin etiquetas.
«Los textos bíblicos no son narraciones sobre algo que sucedió, son revelación viva, y hoy yo puedo sentir que gracias a la ofrenda de Jesús, se me ha devuelto la vida de la gracia, del perdón y la posibilidad de sentirme amado de Dios, hijo amado suyo.
No es pretencioso personalizar los textos y dejar que toquen el alma, y sentir
inmerecidamente la invitación a subir con Jesús a lo alto de la montaña para contemplar su rostro de luz. Si acontece durante el camino espiritual la experiencia consoladora de sentir el amor del Señor, será una referencia liberadora y fundante.
Te deseo que gustes la luz del rostro de Jesús y que vivas la experiencia de sentirte amado y mirado por Él«
(Ángel Moreno de Buenafuente)