En su pueblo no le quieren, le conocen, saben de quién es hijo, donde vive… No le escuchan. Jesús se lamenta y se extraña ‘de su falta de fe’ Nosotros somos su pueblo, le conocemos desde niños, hemos oído hablar de Él, sabemos lo mucho que nos quiere, nos consideramos amigos suyos…
¿Se extrañaría también de nuestra falta de fe? ¿Le sorprenderían nuestros miedos? ¿Nos pasa como a los de su pueblo que no le dejamos actuar en nosotros? Tenemos que pensar si de verdad le dejamos sitio en nuestra vida o solo en nuestra cabeza, si sabemos y sabemos cosas de Él pero no nos unimos a Él ¿Qué sitio ocupa en nuestro proyecto de vida? Él quiere curar, quiere transformar… ¿Nos atrevemos a dejarle sitio? ¿Cómo está nuestra fe?