Jesús viene a dar plenitud. Es la humanidad la que da plenitud a la ley. Son las circunstancias, las necesidades, las penurias, la dignidad del hombre… la que va a dar plenitud. Mucho más allá de la norma está el otro, aquel con el que convivo, a quien amo, a quien respeto.
El daño al otro no solo hay que evitarlo sino que debemos entregarnos por completo a paliarlo, curarlo y llenarlo de la dignidad. Desear al otro, desde el egoísmo, es degradarlo de persona a cosa. Me juego ser seguidor de Él en mi relación con aquellos que son mis hermanos, los que son hijos de Dios como Él. El Señor nos pide compromiso en la construcción de una sociedad donde el hombre y su dignidad estén por encima de todo lo demás. Solo hay un progreso que defender, la libertad, dignidad y derechos de los otros.