ENJUGAR LAS LAGRIMAS
El próximo domingo 31 de mayo celebramos la V Jornada “Enjugar las lágrimas” coincidiendo con la Solemnidad de Pentecostés. Coincidencia providencial, pues necesitamos al Espíritu Consolador con sus siete dones para, poder encauzar todo este mar de dolor que tenemos encima y con su fuerza, afianzar en nosotros la Esperanza de que nuestros hermanos resucitarán.
Este año, debido al dolor por los afectados y fallecidos a causa del COVID-19 en la sociedad en general, pero muy particularmente en las familias de los miles de muertos por la pandemia, es de justicia que en esta Jornada “Enjugar las lágrimas” tengan un protagonismo especial, sin que por ello apartemos nuestra mirada sobre aquellos que han sufrido un accidente grave de tráfico o han perdido a un ser querido en la carretera.
La caridad cristiana nos obliga a acercarnos a un hermano malherido en la cuneta del camino para curar sus heridas y acompañar su recuperación, aunque para ello tengamos que invertir tiempo y dinero (Lc 10, 29-37).
Nuestro compromiso cristiano nos impulsa a salir al encuentro de quienes están pasando por un mal momento, y, aunque sea haciéndonos los encontradizos como Jesús, decir: “Mujer ¿por qué lloras?” (Jn 20, 13). Sabemos que no podemos afligirnos como los hombres sin esperanza, dice san Pablo, pues, los que creemos que Jesús, murió y resucitó, llevará con él a los que han muerto (cfr. 1Tes 4,13-14) “Y ellos serán su pueblo, y el Dios con ellos será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos. Y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido” (Ap 21, 3-4). Pero, aun así, es humano llorar por la pérdida de un ser querido como le sucedió al mismo Señor, como dice San Juan: “Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
¡Cómo lo quería!” (Jn 11,35).
Que Santa María de la Consolación, del Dolor y de la Prudencia, acompañe nuestro camino, enjugue las lágrimas y alivie tanto dolor.