Pobreza Consagrada (18)
Santa Maria Auxiliadora
Acogemos hoy con gratitud el regalo de esta advocación de nuestra Madre.
Una Madre que es todo corazón, alivio, don.
Que siempre está ahí, sin perdernos de vista, atenta a nuestras necesidades, como lo estaba de sus contemporáneos…
Y… con esta suerte, optar por la pobreza consagrada, no nos deja a la intemperie, porque vamos de su mano, junto a su puro corazón, que nos despeja el horizonte con su canto eterno: «Proclama mi alma la grandeza del Señor…»
¡Bajo su manto nos acogemos, Ella es nuestra riqueza en la pobreza!