Santidad

1 Nov, 2012 | Escritos A. Amundarain

S A N T I D A D

Textos tomados de las cartas del Padre Fundador.
Se consigna fecha, número y destinatario de la carta.

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A Vd. Jesús quiere conquistarla y conquistada, levantar en su corazón grandes fortificaciones, para defensa de usted misma personal y para quizás otras defensas ahora desconocidas. Bueno es y necesario que descienda V. a menudo desde las alturas de las “divinas cataratas” a los abismos de su propia ruindad y pequeñez. Por lo demás ese contraste que forman las excesivas bondades con esa su pequeñez, que a V. le da que pensar, es lo ordinario de la providencia del C. de Jesús. Lo dejó estampado en las páginas divinas: “Lo más débil del mundo escoge Dios para confundir a lo más fuerte”. Las historias de la Iglesia están llenas de ejemplos. Sin ir más lejos no hace el año que ha subido a los altares, la pastorcita Juana de Arco, libertadora de Francia. Cuanto más pequeño se hace uno, más grande le hace Dios. Guarde bien hoy esos dones, que día vendrá en que tendrá V. que echar mano de ellos. (14-06-21, 1269, Dirigida)

Puedes ser santa, y serás santa, y serás… ahí, donde estás y como estás. Si algo te falta y aunque todo te faltara, Dios lo suplirá con ventaja. Él dispondrá de todo (y con sobreabundancia) para que tú seas santa, como Él quiere y del tamaño que Él quiere. Aprovecha lo que a mano viene: lo bueno y también lo malo, que puede convertirse en bien. Sufre… ¡aprieta el corazón… y calla, calla, calla; conmigo y, a lo más, con tu confesor un poco de expansión, bien; pero nada más. Caridad, mucha caridad, paciencia; véncete, humíllate y échate a ti la culpa de todo, que alguna vez estarás en lo cierto. Y ora, ora con fervor ante la lámpara del Santísimo; con Él te desahogas… (30-04-38, 1177, Religiosa)

No trabajemos nunca con demasiada ansiedad y preocupación. Ilustremos bien con la luz de la oración, en la presencia de Dios, nuestra conciencia, y después sigamos con naturalidad los dictámenes de ella. Nada de apreturas, ansiedades y angustias en la práctica de la virtud. Cuando obremos bien, demos gracias al Señor; todo don perfecto es de Él. Si en nuestras obras hallamos detallitos que deslucen y hasta desvirtúan y neutralizan el mérito de nuestro buen ejercicio, humillémonos profundamente delante del Señor; pero sin turbaciones, ni desmayos, ni excesivas tristezas; mucho menos con desconfianzas y cobardías. Vayamos a Dios con plena confianza, con humildad, con reconocimiento y grandes deseos de evitar las faltas y de corresponder con fidelidad. (05-07-39, 1211, Religiosa)

No te acobarde lo pasado, sino cobra con su recuerdo, nuevos bríos y nuevos alientos para correr la carrera de tu santidad. No pienses nunca sólo en el pasado, sino junta aquello con presentes bondades del Amado, cuya misericordia es la razón de tu ser y de tu vivir. (06-08-40, Aliada)

Jesús es buen linternero y sabe arreglar perfectamente los cristales rotos. Dios tiene con nosotros designios tremendos, insondables, desconcertantes, sorprendentes… Cree, eso sí, cree con toda humildad que tú no serás una copia perfecta de la encantadora Santa Inés o Santa Cecilia… Y qué ¿importa? ¿Acaso se te prohíbe amar a Jesús con tan sincera locura como le amaron estas almas? ¿No es Él tu Esposo y a esa altura te ha encumbrado a pesar de tus grandes miserias? ¿No eres su esposa con toda propiedad por dignación mayor si cabe que ellas mismas? ¿Qué no lucirá como ellas? Y ¿qué? ¿Crees que el cielo es lugar de celos y de envidias? ¿Tú crees que no lucirán en perpetuas eternidades en resplandores de gracia las Magdalenas y las Cortonas? No te entretengas en esas preocupaciones tontas e inútiles; deja eso a un lado; no mires tanto lo pasado, como no sea para asegurarte en la humildad, pues humildes nos quiere Jesús, y ocúpate en lo que ahora está en la mano. Dobla y redobla ahora tu fervor; vive tu lema como la mejor y la que más y… verás. (04-12-40, 1066, Aliada)

Ante Dios fuiste… lo que fuiste, ante Dios es suficiente seas lo que has de ser; con hábito de pecadora seglar cubre el blanquísimo hábito de tu santidad. La Alianza en el cielo tendrá muchas mansiones, y en ellas veremos hermanitas de variedad asombrosa… ¡cuántas sorpresas sorprenderemos allí! ¿Quieres que te diga que eres una santa? Tu deber es serlo, y serlo pronto, a pasos de gigante porque el tiempo es breve, y ya hace mucho que estamos corriendo en el Estadio y la meta debe estar acercándose; pero no corras más de lo que puedas correr, porque de lo contrario te caerías de bruces; corre cuanto puedas andar, cuanto dan tus fuerzas y tus pulmones, o sea, a la medida de los talentos, de los dones, de las gracias, de los designios que tiene Dios contigo, porque tu santidad es tu medida y no la santidad de otros santos, los cuales tienen la santidad a la medida que Dios cortó para ellos. (1941, 1068, Aliada)

Adiós XX; te vas… que Dios vaya contigo. Y que seas santa pues con menos no te perdonará Aquél a quien un día consagraste tu ser. (1941, 1161, Aliada)

El amor propio… ése es el enemigo doméstico, el más doméstico y el menos domesticado; nunca se le doma y nunca se le domestica, siempre va a lo “suyo”, y con él siempre estamos en lucha; es un enemigo interesante, ya porque busca su propio interés, ya porque nos interesa destruirlo. Quien no se interesa por él, o no da interés a esta lucha, fácilmente queda vencido… (10-03-42, 1212, Religiosa)

Es cierto que lo difícil muchas veces no es precisamente el “hacer”, sino dejar a Dios “hacer” y obrar en nuestra alma, con mano libre y con plena voluntad suya. Nuestro amor propio, nuestro egoísmo, nuestra propia voluntad, nuestro simple capricho… en una palabra nuestro “yo” es el gran estorbo para que Jesús obre en nosotros libre y anchamente. La destrucción de este viejo fermento de nequicia y molicie es nuestra más interesante y acaso nuestra más difícil tarea… Que no haya desalientos y pesimismos; hemos de ser optimistas de nuestra perfección, pues con la gracia divina lo podemos. (15-03-42, 2029, Aliada)

Dar tierra a eso y… a lo que in postrero pueda venir en este sentido. Y para poder dar tierra a esas cosas es menester que esa tierra sea, no la del huerto, sino la tierra de tu mismo corazón, ahí, ahí hija mía, ahí dentro hay que enterrar esas y otras muchas cosas, lo que dicho en sentido menos cristiano se llama tragar, y eso es lo que nos cuesta. Ahí, ahí, te quiero yo ver venciéndote con la sonrisa en los labios. ¡Qué enorme mérito vas a tener si así lo haces! Y lo tienes que hacer, no hay más remedio, a no ser que renuncies a ser santa tal como Jesús quiere. Todos te ayudan a serlo, cuando todos te amonestan y te… arguyen. (29-09-42, 1856, Aliada)

Sigue así, igualito; en paz en los brazos del Padre-Dios, la cual no se turbe por la consideración de tu pobreza y pequeñez; cabalmente, ésta es la razón de posarte en los brazos del Padre-Dios. No seas egoísta, ¿para qué pensar en lo que vas a llevar o si vas a ir vacía de buenas obras o llena de ellas? Tú no pienses en lo que ya tienes hecho, si eres rica o miserable; tú piensas sólo en hacer lo que la voluntad de Dios dispone que hagas; haz aquello y llena así la vida; ya hay quien se encarga de arreglar y disponer favorablemente tus ganancias en la vida. Agradar a Jesús… eso es, cabalmente, agradar a Jesús, ahí está toda tu ganancia. (26-06-43, 1217, Religiosa)

La santidad te apremia y quieres cada vez con más fuerza caminar por sus sendas. Es Jesús quien quiere que lo seas y su gracia te solicita a que llegues a muchos grados. Eso de lo pasado no debe inquietarte para nada, tan solo te sirva para ser muy humilde y convencerte de que tú por ti sola eres la nulidad absoluta; pero que con la gracia lo puedes todo, todo, todo. Por eso, que tengas miedo o desconfianza de ti misma, está bien; pero a eso se debe añadir siempre la otra parte, a saber, la confianza en Aquél que conforta con poder divino. Ciertamente, por sus predilecciones amorosas, Él
se ha olvidado de todas tus ingratitudes; así es de bueno Jesús siempre. ¡Qué hermoso es eso, el que sientas cada vez más deseos de santidad! (23-09-43, 633, Aliada)

Ser hermanita de veras, interna y entregada a la Obra sin ninguna reserva. ¡Qué grande es ese ideal, y qué grande será la realidad de ese ideal traducido en VIDA! Si el lastre de nuestra pobre naturaleza no fuese tan pesado, ¡qué bien subiríamos a los más altos grados de santidad, y qué bien viviríamos en esas alturas, saturados plenamente del más sano ambiente de espiritualidad y de los encantos de nuestro lema. Pero… mi buena XX, queremos firmemente una cosa y sentimos otra contraria, y lo que sentimos hacemos, dejando aquello que queremos ¡querer…! Cierto que queremos, y queremos muy de veras; vosotras sois almas de una sincera voluntad y de un inmenso querer, y queréis con toda la voluntad y con manifiesta sinceridad… y ¿por qué no hacemos aquello que tan sinceramente y tan verdaderamente queremos? Porque en nosotros la flaqueza de nuestro sentimiento tiene una fuerza mayor, y éste nos arrastra. (07-12-43, 823, Aliada)

Se te va a pasar la vida deseando. ¡Oh, hijita mía! Suprimir los deseos sería suprimir todo; si los deseos son vehementes, ardientes, constantes, íntimos y que salen del fondo del alma, no quedarán en simples deseos aunque a la vista no aparezca ninguna obra maestra de tus manos. No te apures, sigue deseando, muestra esos deseos a menudo a Jesús; ya se encargará Él de llevarlos a una consoladora realidad. El ánimo alegre es capaz de todo; en la paz y santa alegría viven los santos, como que no hay más alegre que un verdadero santo. Tu primera resolución incluye todo: vida de fe, confianza y abandono, tendiendo a la unión íntima con Dios; he ahí las tres virtudes teologales, puestas en ejercicio y práctica de un modo sencillo y adecuado… Ver en todo y hacer la voluntad de Dios…; cabalmente en eso está la esencia del abandono; y a la vez, en esa plena conformidad con la divina voluntad está la unión hermosa que adquiere el alma. Para lo cual es necesario la abnegación y muerte del “yo” con todas sus pretensiones, gustillos y caprichitos, lo cual exige un constante sacrificio de espíritu. Y claro, consecuencia de esto, la mira en Dios, en su gusto, en su divino querer, en su beneplácito, sin mezcla de miras humanas y personales, qué fácilmente se infiltran en nuestras obras. (13-01-44, 1220, Religiosa)

No te fíes de nadie en esas oficinas, ni de los jefes, ni de los empleados, ni siquiera de las compañeras; de todo se sirve el demonio; tú con Jesús en medio de tu corazón, porque en tu corazón vive Jesús; con Él tus confidencias íntimas, tus amores y tus peticiones; después con la Madre y las hermanitas que ya están en el cielo y que son nuestras protectoras y abogadas poderosas allí arriba. Sigue, hija mía, que los grandes triunfos son fruto de las grandes luchas y batallas que el cristiano necesariamente tiene que librar en estos malísimos tiempos. Heroína y santa, he ahí tu destino y lo que Jesús quiere y espera de ti… (29-01-44, 2196, Aliada)

Bien sabes que la santidad no está en multiplicar cosas, sino en la fidelidad de lo poco y suficiente, para conservar el fuego sagrado de la devoción y del amor. (11-02-44, 1127, Aliada)

El retiro te confirmó en los deseos de subir por los caminos de santidad hacia el objeto único de nuestros amores y, a la vez, alejarnos de las vanidades y vaciedades de la tierra. La gran dificultad de las almas para ir a Dios, como centro de su vida real y verdadera, son sin duda alguna los apegos a las criaturas; por eso, cuando Dios en ese punto nos da el golpe, las reacciones son formidables. Ahora mismo estoy viendo un caso en el Sanatorio, donde una señorita muy mundanilla en sus tiempos, vuelve por este golpe de Jesús a la realidad de una vida íntima de amor, que es para bendecir… Esos anhelos de ser mártir, bien están y ellos bastan para mostrar tu amor a Dios, a cuyo fin principalmente se ordenan, pues, dar la vida por el amado es la mayor prueba del amor; pero Jesús alguna vez se contenta con sólo los buenos deseos, como sucedió con Abraham, a quien pidió el sacrificio del hijo, que agradó plenamente antes de haberlo ejecutado; bastó la voluntad. Sigue en el santo abandono y en una fiel confiada espera, pendiente de la voluntad y querer divino, y basta para tu santidad. (22-02-44, 636, Aliada)

Sí, te tendré muy presente en el momento de levantar el cáliz divino del Santo Sacrificio, para bañarte en la Sangre Redentora de Jesús, a fin de que en Ella, como en un nuevo bautismo, te purifiques, te santifiques, te blanquees y te… divinices, y Él, Jesús Inmolado, te haga digna esposa de su amante Corazón. Él te haga fuerte en el amor y en el sacrificio, Él te haga valiente para resistir a la oposición del mundo, comenzando desde los tuyos, a quienes más has de temer, por ser tuyos y por ser tú de ellos y vivir entre ellos. Él te quiere para hacerte suya, unirte hoy a su sacrificio, mañana a su corona y gloria de hija y de esposa. No temas más que a ti misma, a ti sí, porque tú eres capaz de hacerte una traición alevosa; vencida tú misma, fácilmente vencerás al mundo y a sus mentiras y ficciones; cuida, pues, tus propios pasos, que en ellos es fácil dar un traspiés y rodar al abismo. (13-03-44, 2197, Aliada)

XX ha logrado su corona, y nosotros debemos aspirar a la nuestra, tal como la ha ideado para nosotros el divino Esposo; unas serán allí sin ninguna arruga, otras con arrugas bien llenitas, y otras con heridas cicatrizadas, y otras serán obras maestras de Él; y todas glorificarán cumplidamente en su medida y modo. (14-03-44, 637, Aliada)

Te ocupan y no te dan reposo en algunas cosillas… ¿Qué importa, si en eso está la voluntad de Dios? Si al fin de cuentas tú no has de ser santa a tu modo, sino al modo que quiere Jesús. Fíjate en Él y aprende para siempre. No sueñes en lo que no está en tu mano, ni en lo que a ti te parece lo mejor para tu bien,… Piensa y averigua la voluntad de Dios, puesto que en su perfecto cumplimiento está tu santidad. Lo mismo serás santa en ese continuo ajetreo, que en la quietud del claustro, si en el movimiento, y no en la quietud, te quiere Jesús. Ahí está tu misión; tú has de ser a la vista de todo el mundo, santa, muy santa, y que esa santidad se irradie en torno tuyo y contagies a tus Hermanas y a los niños, y a todas las almas que el Señor te ponga cerca. Ya sabes que la santidad hoy tan necesaria en el ambiente, no debe encerrarse demasiado entre las celosías de un convento, es preciso que se la vez, se la palpe, se la contemple, se le estudie y se le siga… (25-05-44, 1235, Religiosa)

Que entre líneas te diga lo que yo no sé decirte; que su santidad te inunde, te penetre, te ilumine y te encienda para vivir de su amor siempre, siempre, siempre. (20-03-44, 2021, Aliada)

Tu plan de santidad: Quererlo de verdad, y estar en el querer, y repetírselo: “quiero”. Voluntad de Dios, voluntad de Dios, voluntad de Dios… Esa voluntad: a tiempo, pronto, cuando, donde, como Él quiere… Vivir de Dios, tú en Él, Él en ti; unión: un querer, un pensar, un Amor, un amor, su amor infinito en ti, el tuyo perdido en el suyo. (23-10-44, 2256, Religiosa)

Jesús te apremia a la unión, cierto y convencido estoy de ello, lo está haciendo conmigo y lo hace con todas las almas que se han consagrado a Él; porque muchísimas de éstas andan como si no se hubieran consagrado a su amor y a su corazón; de eso se queja Él amargamente por medio de almas delicadas que le siguen. El dar tantas vueltas para querer saber cómo santificarte, es andar un poco fuera del verdadero foco de vida; el pensar demasiado en ser santa, santa, santa, me hace pensar demasiado en mí, en mí, en mí, y ahí fácilmente entra el amor propio y el egoísmo y el “yo” solapado. Pensamos más bien en dar todo a Jesús: servir a Jesús, contentar a Jesús, consolar a Jesús, recrear a Jesús, amar a Jesús; voluntad de Jesús, agrado de Jesús, gozo de Jesús, querer de Jesús, Jesús, Jesús, Jesús… y no tanto de “yo”, yo santa y yo no santa, y yo más santa y yo menos santa, yo que adelanto y yo que no adelanto… (23-10-44, 2256, Religiosa)

Transformarse en Cristo, hacerse otro, formar en nosotros a Cristo, vivir injertados en Él, de Él, de su savia, de su vida… ¡Qué grande es nuestro destino y nuestra elevación…! ¡Si el barro no pesara tanto, cómo subiríamos…! ¡Cómo nos perderíamos en Jesús! Pero ¡oh dolor! Jesús se pierde en nosotros, y siempre aparecemos nosotros, “yo”. (04-12-44, 2023, Aliada)

Soñar en la santidad, con el sincero y único fin de ser más agradable al Señor y darle más gusto a Él, es un sueño santo y perfecto; no hay peligro de buscarse en la santidad, si buscas a Jesús, su voluntad, su agrado y su gusto. Es la esposa que se atavía en su tocador, no para estar mirándose y recreándose vanamente, sino con el fin de presentarse ante su esposo de un modo digno y agradable a él. Para lo cual es necesario que tanto o más pienses en el Esposo y sueñes en el Esposo, que en los mejunjes, polvos y coloretes que estás manejando entre las manos. Pero tampoco se pueden del todo olvidar éstos, so pena de hacerte una careta de Carnaval. ¿Entiendes? Sigue trabajando, sigue venciéndote, sigue ejercitándote… ¿cómo no? Pero convencida de que nuestra flaqueza da muy poco de sí, y necesita siempre de Aquél que conforta. Bien hace el Señor en humillarnos, cuando, como Simón Pedro, se cree uno capaz de algo grande. (14-12-44, 1222, Religiosa)

Ahora curada de todo espiritual y corporalmente, vamos a comenzar un período totalmente nuevo, una de esas ÉPOCAS que en la historia de uno suelen ser trascendentales y que cambian completamente los moldes, los modos y las realidades de la vida. Comenzará la segunda parte de tu auto historia, que ha de dar a toda tu vida, pasada y futura, toda la belleza, toda la fecundidad, toda la riqueza y todo el interés, mucho interés, el máximo interés… Tal vez en esos dos meses completos de tu retiro y encierro has visto lo que eres, lo que son tus hermanitas y lo que te falta por adquirir para ser hermanita consumada en santidad, mediante la vida de tu lema. (22-01-45, 1883, Aliada)

La santidad, sí; esa debe ser nuestra incesante aspiración; el esfuerzo incesante hacia su cumbre, aun cuando no lo alcancemos hasta el último día de nuestra vida; ¡tropezamos con tantos obstáculos!… No es, a fe, el más pequeño nuestro amor propio que lo envenena todo. Parece mentira; queriendo la santidad y queriéndonos a nosotros mismos, parece que deberíamos querernos en orden a esta santidad, así seríamos consecuentes y lógicos; sin embargo, al querernos a nosotros, obramos contra nosotros, porque Jesús ha dicho en el Evangelio: “El que ama su alma (su vida) la perderá, y el que la pierde por Él, la encontrará”. Amándonos nos buscamos a nosotros mismos, y buscándonos nos perdemos. Aborreciéndonos en cambio nonos buscamos, y entonces cabalmente nos encontramos en el Señor. En el espejo, mirando el espejo nos vemos allí, mirándonos a nosotros no nos vemos, no hay quien mirando directamente su propia cara, se vea a sí; miramos el espejo y allí nos vemos. El amor propio es mirarse directamente a sí mismo… Jesús es el espejo y la santidad, allí hemos de mirarnos. Te da pena tanto fracaso; no puedes llegar a la raíz y a cada momento aparecen nuevos brotes de lo que tanto aborreces. Motivos de humildad; pero no de desaliento y cobardía. Ninguno de los santos ha llegado a matar a este enemigo, (repasa sus historias); no se trata de dar muerte en el sentido propio de la palabra; se trata solamente de tener al enemigo dominado, no vencido, a la raya, contenido en la frontera y que de allí no pase, nunca chille, rabie, dispare y hasta nos cause alguna herida no mortal. Por eso no diga que a pesar de tus esfuerzos pueda él más que tú. No, no puede más que tú. Si pudiera más que nosotros, lucidos andaríamos. Con la gracia de Dios, nosotros somos más que él, por eso cabalmente lo hemos de tener a raya sin dejar pasar la línea de combate. (20-03-45. 1223. Religiosa)

Ya comienzan las pruebas; sin ellas no tendría asiento tu santidad. Era Él quien iba llevándote en su regazo; ahora bajará a la proa y se dormirá, permitiendo que el huracán sople, azote y haga tambalear a la barquilla. Verás ahí todo lo que puedes; y verás bien lo que es el Señor alargando su mano y calmando la tempestad. Así se aprende a ser humilde y desconfiada, para confiar plenamente en su Corazón. Bien está que sienta vergüenza y confusión, y pidas perdón con insistencia; pero no llegues a ponerte triste y turbada. Mantente en paz, tranquila, escondida en el Señor. No omitas tus cosas, sobre todo las del boletín, aunque te parezca que las haces mal. Peor sería, y muchísimo peor, si las abandonaras; pues eso te llevaría al relajamiento y tibieza; y entonces ¡adiós XX! No te apures; son pasos necesarios en la vida de perfección; con humildad los vencerás. Para algo eres “pequeña víctima puesta en las manos libres de Jesús”. Y no vuelvas atrás, que ahora comienzas a serlo de veras. (02-06-45, 653, Aliada)

Tu vida comienza dibujando su camino, que no va a ser (por las trazas) tan de María (contemplativa), sino que habrá de meter su buena ración la hermana Marta. Acaso sea conveniente así, puesto que tu carácter mismo de alma dinámica y de acción, te lo pide. Tu labor, muy tuya y exclusivamente tuya, es colocarte sobre ti misma y no dar entrada a lo pasado. Las borrascas, en el momento en que se descargan sobre los campos, hacen el tiempo desapacible, tristón y poco apetecible; mas después que pasaron y el sol ha vuelto a brillar sobre el horizonte, se ve y se conoce que aquella borrasca fue lluvia beneficiosa para la tierra y ésta queda perfectamente sazonada y en buen tempero, como con propiedad lo dicen los labradores. Aplícate el cuento; una buena borrasca cayó sobre tus costillas… ya vuelve el sol y la calma, y la tierra está en tempero… Has comenzado bien, si bien en los primeros días no supiste disimularlo todo y te notaron que algo pasaba en tu interior; pero te has sobrepuesto y la gracia sigue su obra y tú por ella, reaccionas magníficamente. Tú sigue mostrando desapego completo a todo lo que sea puesto; pero no rechaces lo que quieran colgar a tus espaldas. (03-07-45, 1891, Aliada)

¿También tú eres de las que quisieran subir a la cumbre por atajos, con rapidez, y cantar el triunfo de la santidad en ocho días? Hoy el mundo no tiene paciencia para esperar; todo lo quiere a vuelo y pronto; gozar todo y pronto, lo de acá y lo de allá, moviéndose vertiginosamente. Quieren ser ricos en cuatro nada de ahorrillos en hucha; mal o bien, justa o injustamente, rico de una sentada, en una arriesgada aventura… Y esta pasión parece que se nos ha metido también a nosotros. Cuatro años que hemos jurado amor al Maestro, y ya no tenemos paciencia de esperar más, ya soñamos en las cumbres de la mística unión con el Amado. ¿Quién aguanta ahora ciento y pico de años en la soledad de San Antonio Abad, San Pablo Ermitaño, San Hilarión, San Jerónimo y otros tantos? Calma, hijas mías, calma; no seamos impacientes, demos tiempo al tiempo y en el tiempo a Dios lo suyo, glorificándole en cada momento. No te ocupe tanto tu mente y tu corazón la gloria de la santidad, esa vendrá, aunque no pienses directa y anhelosamente en ella. Piensa en lo que directamente y en primer término es tu vocación, tu destino y tu fin. Haz aquí, con alma y vida, lo que eternamente has de hacer allí; cantar las alabanzas del Señor. En un mundo egoísta, que se busca por todo a sí mismo y se olvida de Dios y de su fin, la misión de las almas que se han entregado en cuerpo y alma a Él, es aquella primera palabra de San Ignacio de Loyola, en su áureo libro de ejercicios… “para alabar a Dios”. No te des prisa más que para eso… Para eso amanece cada día para ti… y vengan días y prolónguese la vida, cuanto quiera Dios, para que aquí (pues en el cielo ya lo hacen), para que aquí, donde nadie lo alaba y ama, los pocos, nosotros, vosotras y yo, sigamos alabando al Señor hasta el juicio final, si Él lo quiere así. ¿Hay cosa mejor, más grande y más divina, que mientras los santos en el cielo cantan la gloria de Dios, nosotros en el destierro, unidos a sus voces, la cantemos también, convirtiendo el destierro en una prolongación del cielo? Y en eso presente (pues es tu fin) está en ello, vive en ello, y la santidad vendrá y se esconderá para el día de la glorificación. (12-08-45, 1227, Religiosa)

No te extrañe la soledad interior y el vacío de todo lo criado; así el Señor purifica las almas y hace ver la nada de todo y además enseña a buscar a Dios por Dios y no por lo que Él da: Gozar en el Señor sin sentir ni gozo sensible en el alma, he ahí la pureza del verdadero amor. Adelante, adelante, ese abandono es tu plan completo y fuente de felicidad: cree, confía y ama. (04-04-47, 1445, Aliada)

Todo está en darse; aquí está el secreto de los grandes avances de las almas. Ser pequeñas hostias en las manos libres del Señor. Si os dejáis seréis santas; pero si os buscáis, os encontraréis siempre a vosotras mismas con todas las miserias. (01-07-47, 1082, Aliada)

La cruz y la contradicción te visitan, y eso está dispuesto en los secretos designios de Dios. El camino de tu santidad es ése, no lo dudes; y tú no pretendas elegir otro, que te equivocarías. ¿Qué de todo eso has salido humillada? La humillación nos hace humildes. Acéptalo con agrado y con amor; aunque proteste la naturaleza. ¿Qué las más íntimas te traicionan? No será tanto como tu imaginación te lo abulta; y aunque así fuese, ¿qué importa todo si tu propia conciencia no te traiciona? ¿Te quitan el cargo de Directora Local? Un favor que te hacen… ¿No es eso lo que buscabas? Deja que otra se ocupe de XX y mira a toda la Región, donde la Obra promete que es una gloria. ¿Qué el procedimiento ha sido un poco pobre? ¿Qué te importa? Tú practica la virtud; olvida todo eso, da gracias al Señor, y ponte en sus manos para cuanto Él quiera disponer de ti en la Obra de la Alianza. Pero te aconsejo y te mando que no te dejes llevar de turbaciones y desalientos que eso no viene de buen espíritu. La voluntad de Dios de mil modos se manifiesta; a nosotros nos toca seguirla con toda fidelidad. Vive tu vida íntima de hermanita interna y da a tus hijas esa misma vida amasada con el sacrificio. Ese es tu deber, tu apostolado y tu camino en la Obra. (29-08-47, 2070, Aliada)

Lo único que debes esforzarte es en llevarlo todo con serenidad y paz, con confianza y gran fe en Aquél que conforta; nada eches de menos, pues le tienes a Él siempre fiel y siempre unido a tu alma. Las turbaciones te ponen nerviosa, y las preocupaciones te quitan la paz; es obra del enemigo; eso hay que vencerlo con la íntima presencia de tu Dios que vive y trabaja en tu alma con asombrosas actividades. (22-10-47, 728, Aliada)

Sé humilde, sé obediente a los llamamientos de Dios, sé abnegada en el continuo sacrificio que supone la vida de “cortijo”, sé fiel esposa y sumisa sierva de tu Cristo Amado, sé instrumento dócil en las manos del divino Maestro, y cada día verás mayores maravillas con tus propios ojos. (03-11-47, 1098, Aliada)

¡Ser Cristo de este siglo! ¡Qué bien! ¡Hacerse otro Cristo! Para lo cual, primero hacerse una “nueva humanidad”; alma de Cristo, cuerpo de Cristo. Alma de Cristo: pensamientos de Cristo, voluntad de Cristo, corazón de Cristo, amor de Cristo. Cuerpo de Cristo: mortificación de Cristo, pureza de Cristo, trabajos de Cristo, etc. Segundo unir esta humanidad con Cristo, con el Verbo, por la fe, por el amor, por la identificación, por la conformidad, por la unión de la voluntad. Resultado: un mismo pensamiento, una misma voluntad, un mismo sentir, un mismo querer, un mismo amor. Para conseguirlo hay un inconveniente que no existía en Cristo, a saber: la oposición, la protesta, la rebeldía de la parte inferior, la concupiscencia, la sensualidad, que en Cristo no existió y lo sufrimos nosotros terriblemente. He ahí un “dolor” porque eso es doloroso y dolorosas son las inquietudes y turbaciones que eso origina en nuestra alma, que nosotros podemos ofrecer a Cristo como novedad y complemento a su pasión. (04-12-47, 1242, Religiosa)

Me alegro te haga bien ese librito “El arte de utilizar nuestras faltas”. Los que no tenemos más que faltas, de ellas habremos de hacer caudal y con ellas fabricar siquiera el cimiento de nuestra santidad, dejando que las piedras sillares vaya labrando el mismo Jesús con el martillo y cincel del sacrificio, ya suyo desde la Cruz, ya nuestros que debemos ofrecerlos sin regateo. (11-12-47, 1462, Aliada)

Sigues ansiando algo más; esa debe ser la ley de nuestra vida de perfección. Si el alma no viese adelante algo a que todavía no ha llegado, naturalmente se estancaría en la dulce y falsa seguridad de que ya ha llegado a la cumbre. Los santos cuánto más santos son, más y mejor ven lo que todavía queda que hacer, y nosotros que todavía andamos en los primeros peldaños de la santidad, es de rigor que veamos muchas miserias que enmendar y muchas virtudes que alcanzar. Que el Señor te dé siempre esa ansia vehemente de adelantar y de avanzar cada día y con verdadera constancia en tus caminos. No te acobarde la facilidad con que te ves caída; esas caiditas sirven para mantenerte en la humildad verdadera, que consiste en el conocimiento y aceptación de nuestra pequeñez. No basta conocerse, porque muchos forzosamente se tienen que conocer, y se disgustan y hasta se irritan; pero hace falta aceptar la humillación y el fruto de la humillación que es cabalmente la humildad en la misma pequeñez reconocida. (01-04-48, 1130, Aliada)

Dios te pone estímulos para que avances; agradéceselos; y aunque no consigas correr tanto como quisieras, nunca debes desalentarte, porque aun en esas mismas ansias de avanzar mucho entran gérmenes de egoísmo y amor propio. No quisieras ser última en la meta, como los corredores que más que por el dinero, muchísimas veces se revientan en correr por amor propio, pues, es humillante quedarse en último lugar. (01-04-48, 1130, Aliada)

Te veo un poco turbada, porque, a pesar de tus esfuerzos, no sientes la intimidad y el acercamiento del Señor a tu alma. Ya sabes que los sentimientos no tienen ningún papel importante en la santidad… Tú quieres y tú buscas con esfuerzo la unión con ese Divino Corazón; pero no la experimentas. Ten fe… el alma que quiere y busca con afán la “unión”, y pone los medios para conseguirla: fe, oración, recogimiento, repliegue al interior, Sagrario, Eucaristía, etc.… está ya en la unión aunque no la experimente. Jesús se une muchas veces al alma, sin que el alma se aperciba de esta unión. La unión es tanto más profunda, cuanto más puramente espiritual sea, y cuanto más espiritual es menos sensible se hace. Yo sé que Jesús tiene unión con tu alma, y tan íntima es esta unión, que ni el cuerpo, ni el corazón, ni el alma en su parte sensible la sienten. Vive de la fe… (09-06-48, 1229, Religiosa)

Tu carta revela claramente que todas son operaciones de la gracia en ti. Esas confusiones y oscuridades, ese no poder acertar a decir ni escribir nada, esos temores de no ser sincera con nadie, ni conmigo, ese rodearse a la vez de luz y tinieblas, y efecto de ello, ese sufrimiento continuo en tu alma; todo ello unido a la fortaleza de Dios que sientes en tu interior, esa necesidad de unirte al Señor, esa confianza con que le llamamos PADRE… todo eso es obra de Dios en tu alma; y a ti te toca repetir constantemente el fiat y vivir cada día más entregada a Él. Nada de eso debe inquietarte, sino que en una gran conformidad y entrega vivir como víctima en manos del Señor, con la sonrisa en los labios y una fe y confianza ilimitadas en su poder, y amar (aunque sea a secas) amar a ese Dios que está obrando en ti una grande Obra. (10-09-48, 732, Aliada)

Bien estaba Jesús en la casita de Nazaret con su bendita Madre, a la muerte de José; conformes con el sustento de cada día, ganado con su trabajo honesto… ¡Qué felicidad aquella vida de paz entre los dos! Pero la voluntad del Padre Eterno disolvió aquella familia, y cada uno se fue por su lado a una vida de agitación, lucha, persecución y derrota. Nuestra santidad no está en acomodarnos, por propio capricho, a una vida tranquila y sin problemas, sino en rendirnos a lo que el Señor determinare, con una sumisión plena y fiel. (05-10-48. 1132. Aliada)

Que el Señor la quiere humilde es indiscutible. Cuanto mayor es la santidad a que el Señor destina y llama a un alma, mayor humildad exige a ella. Como dice el Padre Rodríguez, cuanto más alto es el edificio que uno quiere edificar más profundamente baja los cimientos sobre los que va a levantar la casa. Es Vd. alma llamada a una gran santidad, y por eso no cabe duda que el Señor quiere vaya profundizando cada vez más en las excavaciones de la humildad… Con la diferencia de los cimientos de la casa, que una vez hecha ya la cimentación, no se vuelve más a ellos, sino se trabaja en levantar el edificio; aquí no, a la vez que se levanta el edificio, se sigue también profundizando en los cimientos, es decir que la casa se edifica en los dos sentidos, hacia abajo y hacia arriba profundizando y elevando, y cuanto más arriba sube más abajo desciende, es como el árbol, que cuanto más sube y crece hacia arriba, más profundas raíces echa hacia abajo. (29-10-48, 1245, Religiosa)

Hace algún tiempo vas observando algo en tu interior que no te satisface, y que te hace creer que eres una pobre hipócrita… No es eso, lo que hay es que el Señor, tan celoso que es de nosotros y de nuestro adelantamiento, va poco a poco descubriendo a nuestra conciencia los mil defectos y miseria que tenemos, de los cuales hay que ir poco a poco enmendando y purificando. Cosas que antes se te pasaban desapercibidas, hoy las cazas al vuelo; sobre todo, en esa vida íntima e interior que se desarrolla dentro de nuestro espíritu, que más difícilmente conocemos, que la que se desenvuelve al exterior. (28-11-48, 754, Aliada)

Tu vida se desliza en paz, y va en paz, aunque no falten días grises y cielos de tormenta, a todo lo cual el alma, que avanza en su larga navegación, se acostumbra y rema intrépida contra viento, olas y marea. Es así, la vida espiritual que quiere alcanzar las cumbres de la perfección; lucha es y lucha ha de ser, porque es lucha que se entabló en el paraíso contra la serpiente, a la que hemos de dominar pero no matar; vivirá poniéndonos asechanzas con infernal astucia y derribando a las almas incautas y descuidadas que se creen libres de tales asechanzas y tentaciones. Los torrentes divinos de gracias y auxilios, que algunas veces son tan abundantes, nos facilitan el éxito contra toda sugestión diabólica; pero otras veces Jesús quiere que el alma luche por su cuenta y riesgo, ya para que vea su pequeñez y peligro, ya para que sepa reconocer las bondades infinitas del divino Esposo, ya también para que el alma, por propia adquisición, haga tesoros para su vida eterna e inmortal. Aunque en estos momentos el alma tenga sus flaquezas y sus pequeñas caídas, son los más interesantes de nuestra vida. Ahí es donde el Señor se complace en ver a su amada luchando a brazo partido y, aunque el éxito no sea tan lucido como uno quisiera, lo cual es motivo de humillación y de humildad, las actividades íntimas del alma se refuerzan, acrecientan y multiplican y con ellas las ganancias y la vistosidad de la corona. Jesús se complace en los esfuerzos del alma, no en los éxitos, que no dependen de nosotros solos, sino del gran apoyo divino, que como complemento necesario, ha de venir de Él, si quiere darnos, que algunas veces no lo quiere, ni conviene. (10-03-49, 1230, Religiosa)

Felicidades te conceda el Señor y tu Madre; felicidades aun dentro de la tribulación, felicidad en el dolor, felicidad en la humillación, felicidad en las miserias cuyo chorro no cesa. Has comenzado un nuevo período de vida intensa, ¡adelante! Santa sí, santa has de ser, pues Dios te dio madera de serlo perfecta y acabada, ¿Qué la madera tiene nudos? Pocas maderas hay que no los tengan; con todo los artistas se lucen… (13-08-49, 1940, Aliada)

Cosas nuevas y particulares no va a pedir continuamente el Señor; lo que muchas veces quiere el Señor es, que nos afiancemos y nos afirmemos cada día y cada momento en lo que ya nos tiene inspirado y mandado. Nuestra santidad no está en introducir cada momento novedades en la vida, sino en perfeccionar con constancia y firmeza lo que constituye el ejercicio diario de la vida religiosa. (21-08-49. 1192. Religiosa)

La idea de la santidad, como ideal de nuestra vida, es hoy una necesidad; es que el Señor nos solicita con urgencia y nos “empuja” con voces interiores y con gracias que se derraman a torrentes en nuestras almas. Es que la alianza es obra de santidad y obra de santas, y cuanto más queremos internarnos en ella, más fuertemente sentimos la fuerza de estos aguijones. (04-10-49. 1168. Aliada)
Para todo progreso en la vida de nuestra santidad, se precisa una gran paz interior, con una ilimitada confianza en el amor de Aquél que se dignó llamarnos al número de sus predestinados, y que en ello se ha prefijado un amor de predilección, al que nosotros debemos tratar de corresponder con la máxima fidelidad, pureza de intención, gran generosidad y completa entrega a su divino querer. (12-10-49, 1135, Aliada)

¿Es que también tú vas acomodándote al ambiente de la insensibilidad general, que es insensiblemente contagiosa, o quizás (y ojalá sea así) hallaste dominio y paz, a fuerza de librar combates y coronarlos con la victoria en todos los campos? A mi lado, aunque soy viejo, la tempestad no deja de rugir y las batallas se suceden unas a otras continuamente. ¿Ya no las tienes tú? No me atrevo a decirte dichosa, si no las tienes, porque la astucia de este enemigo es difícil de conocer, y aunque al tiempo nos deje en paz, en el momento menos pensado, y cuando quizás hemos colgado las armas, contando con la seguridad de las victorias pasadas y de los buenos hábitos adquiridos, puede (como suele hacerlo) dar un asalto al castillo de nuestro tranquilo corazón y derribarlo trágicamente. (30-05-50, 1231, Religiosa)

Jesús no te pide nuevas cosas; te pide la perfección en las que haces; solicitud, interés, empeño en hacer bien, muy bien, todo lo que haces y eso hecho con purísima y recta intención, por Jesús y para Jesús, por quien Él es y por lo que le debemos. Exactitud y prontitud en el deber, orden en las cosas, aprovechamiento de todos los instantes del día. (31-05-50, 1138, Aliada)
No le extrañe que vengan sobre su alma oscuridades y claridades, alientos y desalientos, paz e inquietudes, amor a la soledad y aburrimiento en ella. Un estado inalterable sólo se concibe en aquellas almas que han superado por la oración, unión y amor de Dios todo lo humano y, como un avión, que lo mismo avanza en los barrancos y en las altas cumbres, porque va más arriba que todo, estas almas avanzan en ascensiones que dejan muy bajitos todos los obstáculos de la tierra. Pero, amigo, ni Vd. ni yo estamos todavía en tales alturas, y necesariamente tenemos que experimentar las influencias de estos altibajos. (14-11-50, 69, Sacerdote)

Es necesario que ahora más que nunca vivas de un gran espíritu de fe. Dios ha ordenado las cosas de esa manera según los designios de su eterna sabiduría y amor, dirigidos para bien tuyo y de todos los que viven contigo. Tu vida de santidad no tiene otro plan que aceptar ese plan que Jesús te ha puesto, y cumplirlo a medida que puedas, sin preocuparte de lo que tal vez queda sin acabar en la tarea del día. (15-05-51, 713, Aliada)
Nuestra santidad supone nuestro propio esfuerzo; pero este esfuerzo nuestro supone de antemano la ayuda poderosa de Jesús; y esta ayuda divina es fruto de nuestra continua oración. (05-02-52, 1142, Aliada)
Si Dios te ha pedido mucho, mucho debes darle, porque para todo ello habrá Él dispuesto los auxilios y gracias en grado oportuno. Dios distribuye sus gracias en la medida y proporción del destino que señala a cada uno. Si para ser santa te ha escogido Dios y a avanzar por sus caminos te invita hoy, no te hagas sorda ni perezosa, vive tu ofrecimiento a la voluntad de Dios, cumpliéndola en todo aquello que se te manifiesta; lo mismo en cosas grandes que en las menudas y pequeñas. Tuvo sus debilidades Santa Teresa en sus primeros años de religiosa; cuando, rotas las cadenas, se dio sin tasa ni medida, su amor llegó a extremos insuperables que difícilmente pueden ser imitados. Cualquiera que sea la categoría que escojamos en la Alianza, siempre nuestra vocación es avanzar y alcanzar las cumbres donde reina el amor. (30-03-52, 1736, Aliada)

Tú ahora, borrón y cuenta nueva. Si ha habido algún aflojamiento de espíritu, a renovarse ahora, olvidándolo todo lo que haya del pasado verano, como una triste pesadilla que no deja en el alma más que un recuerdo de mal gusto, que hay que olvidarlo pronto, para darte de veras a tu vida de aliada muy fervorosa, muy espiritual y muy recogida. (03-10-52, 2190, Aliada)

Tus nostalgias… casi como las colegialas que vienen dejando todo lo amado y todo lo disfrutado. ¡Vaya, XX; que la tierra no tiene para nosotros más que barro y gusanos! Tal vez esto te pone en la verdad de que todavía en ese corazoncito, tan grande y tan pequeño, existían pequeños apegos, y su vacío, que se impone necesariamente para nuestra santidad, es ahora el importante ejercicio diario de tu vida aliada en XX. (30-10-52, 1955, Aliada)

¡Qué hermoso es obedecer y vivir siempre obedeciendo! La total entrega y conformidad con la divina voluntad es la verdadera vida de unión con Dios, en la cual consiste la verdadera santidad. La naturaleza no entiende estas cosas. Cuando ella se ha arraigado durante muchos años a un solar, arrancarla supone cortar violentamente muchas raíces que, durante tantos años, se han extendido en una gran zona de tierra, y no hay otro remedio que cortarlas, que una vez cortadas, allí se quedan; pero difícilmente retoñan, sino que con el tiempo se pudren y se convierten en tierra. (30-04-53. 2112. Religiosa)

Afiánzate ahora en tu plan y en tus caminos, y vive prevenida y preparada para nuevos combates que necesariamente han de venir tarde o temprano, que esa es la vida de santidad en los que a ella aspiran. (12-12-53, 720, Aliada)

Veo que luchas y debes hacerlo. Pide al Niño una gran fuerza de voluntad para no mirar atrás. La insensibilidad nada significa en el camino de la santidad. El mejor y más puro amor es el que no se siente, ni se goza. Aunque no sientas al que va sobre tus lomos, bien satisfecho se sienta en ellos tu dulce Niño. Ríndete a Él como manso borriquillo y avanza noblemente hacia donde tira Él del ronzal. Eso basta para merecer las predilecciones del Señor. (07-01-54, 1727, Religiosa)

Tu santidad y el bien de las almas no está en que sufras más, sino en amar más, y más y más y más a Dios, y el amor está en hacer plenamente, totalmente, perfectamente, rendidamente, amorosamente la VOLUNTAD de Dios. (09-03-54, 1977, Religiosa)

El mundo se pega, es verdad; pero Dios se pega más a las almas que le conocen y le aman. Vosotras sentís el atractivo; pero no os dais al mundo. Dios os posee y en Él vivís… Bien está que vigilemos sobre nuestros movimientos, para que el corazón no nos haga alguna fechoría… (—, 651, Aliada)

La santidad no es aquí ningún regalado éxtasis, sino un continuo arrastrarse con nuestra Cruz por la pendiente del Calvario. Ni yo ni nadie en este mundo puede llevar a tu corazón el fuego que deseas; es cosa exclusiva de Aquél que es fuego divino. Tú no quieres otra cosa en este mundo más que el cumplimiento de la voluntad divina. En estos trances debes repetir con más firmeza que nunca el “fiat”… “Ecce ego”. (—655. Aliada)

Es para que no te fíes de ti nunca. Este frágil este bagaje que cabalgamos. ¡Cuántas veces el demonio ha sacado su tajada de una de esas fantasías, que para él son argucias infernales! No te fíes. Gracias a Dios, ya ves que tu alma no tiene ahora el gusto que otras almas sienten en las cosas del mundo. Jesús ha transformado tu interior. En el bar no te salió más que el suspiro reparador de amor. ¿Si le habrán amado alguna vez en aquel lugar? Que tu gusto se afine cada día… (—, 662, Aliada)

Jesús ha puesto en tu alma una verdadera hambre de santidad, en ella sueñas, a ella te aplicas, en ella quieres avanzar, y de no hacer cuanto desea tu alma, te atormentas. Bien está que este divino impulso, porque divino es y no humano, siga actuando en tu espíritu; pero obra con él en paz y calma. Las obras nerviosamente hechas, nunca son perfectas. A cada cosa su tiempo, y también lo requiere la santidad. (—, 664, Aliada)

No debe extrañarte, ni tampoco preocuparte el que te veas unas veces en lo alto de la contemplación y otras en el abismo de tus miserias. Así somos, y así seríamos si Jesús no fuese tan bueno con nosotros… Tiene que asomar siempre su cabeza el Adán viejo; pero como lo vas viendo, eso no impide el que el nuevo Adán siga haciendo su obra sorprendente en nuestra regenerada alma. Cada vez más voluntad de darse a Dios, camina con Él y adelante. (—, 672, Aliada)

Ha pasado la tempestad… Aprovecha la bonanza, primero para convencerte bien de lo que eres sin la gracia íntima de Jesús, y en la humildad de tu pequeñez saber no fiarte nunca de ti. Segundo, prepárate para nuevas tempestades, porque volverán seguramente. Así se forjan y se templan las almas que son llamadas a la santidad. Calma, paz y adelante. (—, 674, Aliada)

Cada vez me confirmo más que todo lo que te pasa es una de esas pruebas por la que Jesús hace probar a las suyas. No hay en eso ninguna culpa tuya, ni tampoco ofensa suya, ni por eso dejarás de ser muy agradable a Jesús, y tanto más agradable cuanto con más energía resistas a esa prueba. Eso sólo se cura con gran paciencia, estando cada vez más firme en tu consagración y tu amor al divino Esposo. Sentirás todas esas cosas tan raras y tan opuestas a tu vocación de virgen consagrada a Dios; pero eso no te turbe nada, porque tu voluntad está en lo que no sientes; no te preocupe lo que sientes, sino fíjate en lo que quieres y amas y a lo que estás dispuesta a hacer y a sufrir. Firme en tu vida de hermanita y en tu misión especial de formar a esas niñas que Jesús te ha encomendado; esa es tu obra, obra grande y de mucha gloria de Dios. Agárrate a la Virgen Santísima, confía en Ella, salúdala a menudo, y adelante. Nada de desmayos; nada te turbe, nada te espante, Jesús te basta y Él triunfará en ti, y un día subirás con Él al cielo coronada de reinecita de su divino corazón. (—, 726, Aliada)

Indicios son todos estos de la noche oscura y tempestuosa que vas pasando en ese mar de agitaciones, como navegante que ha perdido su ruta y no ve estrella que le guíe… La ausencia de tu Amado (que no es más que aparente) ha dejado en ti un gran vacío, y ese vacío llama ahora a las criaturas para ver si lo llenan. Por eso sientes la atracción de todo lo que antes ya habías dejado: cosas, personas, objetos, entretenimientos, músicas, vestidos, alhajas, etc. A eso se une la tentación del enemigo, que te solicita a dejar tus elevados caminos de santidad y hasta la Obra de la Alianza, asegurándote la perfección fuera de ella, ¡estratagemas diabólicas…! Sin embargo, de cuando en cuando, como ráfagas momentáneas, sientes ahí, muy dentro de tu espíritu, un no sé qué de paz, de reposo, de bienestar, un algo muy bueno, muy dulce, suave, tranquilo…; ése es Jesús, su mirada, su gracia, su amor, su beso divino a tu alma… créelo que es así; es Jesús que te alienta, te anima, te esfuerza, para que sigas el camino oscuro de ese mar; es piloto que duerme en el fondo de la barquilla, y que sin darte tú cuenta de ello, guía admirablemente hacia el puerto. Ahí la razón de por qué no das el paso hacia atrás; no vas hacia atrás, ni irás con la gracia de Dios, por eso, porque Jesús está contigo. Servirle de balde, sí, servirle gratis y por amor puro y desinteresado, eso es lo que quiere Jesús, y te lo pide. El mundo sí es una ilusión, pero tu vida no lo es, sino una verdadera realidad; no hay ilusión en todo esto; estás en la verdad y en la verdad caminas, porque caminas en Jesús, y Jesús es camino de verdad. Derrama tu corazón delante de Jesús, échate en sus pies… Cuando no haya nadie en la Capilla puedes tirarte en el suelo; no es eso irreverente, sino posición humilde y reverente. Vive de la fe; fe, hija mía, mucha fe, vive de la fe, cree sencillamente y en oscuridad, como creen los niños. Y adelante, que no vas equivocada, firme, valiente y constante. (—, 727, Aliada)

En la duda de dos cosas, está bien escoger la más costosa o lo que más nos repugne. En tu caso, siendo indiferente tu asistencia, bien puedes dejarlo y estar con Jesús. A todos nos pasa lo mismo: el maldito “yo” nos mata y nos estropea lo mejor de la vida santa. Ya sabes, San Pablo decía eso mismo: “No el bien que quiero, sino el mal que no quiero, hago” Así somos de flacos y frágiles. A luchar, sin embargo, con la gracia de Dios, que nos hará valientes. (—, 646, Aliada)