Solemnidad de la Inmaculada Concepción

1 Dic, 2010 | Eventos

Artículo para Diario de León del 4 de diciembre de 2010

de José-Román Flecha Andrés, catedrático de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca

Ya a punto de despedir este año, en que se ha conmemorado en tantos modos el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, bueno será recordar un soneto que el poeta de Orihuela dedicó a la Virgen Inmaculada:

«ELEGIDA POR DIOS ANTES QUE NADA»,

de Miguel Hernández

¡Oh elegida por Dios antes que nada;imagesCAIWK4WL-3.jpg

Reina del Ala, propia del zafiro,

nieta de Adán creada en el retiro

de la virginidad siempre increada!

Tienes el ojo tierno de preñada;

y ante el sabroso origen del suspiro

donde la leche mana miera, miro

tu cintura de no parir, delgada.

Trillo es tu pie de la serpiente lista,

tu parva el mundo, el ángel tu siguiente,

Gloria del Greco y del cristal orgullo.

Privilegio de Judea con tu vista

Dios, y eligió la brisa y el ambiente

en que debía abrirse tu capullo.

Detrás de estas imágenes rutilantes e inmediatas se vislumbra el misterio de la Trinidad creadora, la caricia de una maternidad extraordinaria, y el triunfo del bien sobre el mal de nuestro mundo. Una victoria que en María encuentra su víspera gozosa.

A lo largo de los siglos, la Inmaculada Concepción de María de Nazaret ha encontrado un eco fecundo en los poetas de nuestra hispanidad. Versos que comparan a Eva con María. Versos que evocan el milagro de la rosa que nace de la espina. Versos que suenan a mundo creados ayer mismo.

También el pueblo más sencillo y cotidiano ha sabido fijarse en este misterio de gracia y de elección. Y en él ha acertado a descubrir y celebrar la promesa de toda una humanidad reconciliada con el Dios que es fuente de vida y de esperanza.

Pero, ha visto también el pueblo que la Virgen nazarena, limpia de mal y de toda tentación, se alzaba ante sus ojos como imagen de la Iglesia. Una Iglesia siempre caminante, llamada por su Señor a proclamar el mensaje del amor y a superar la tentación de estructuras perniciosas.

Más aún, la Concebida sin mancha ni pecado es ahora y será siempre una nostalgia. Una pauta luminosa de sueños y utopías para todo creyente. Un creyente y esperante que, en las horas más bajas del camino, anhela una meta de gracia y hermosura.

La Inmaculada Concepción de nuestra Madre es modelo para un mundo renacido en la esperanza. Es modelo para una cultura no imposible de la vida y la armonía. Es estímulo y corona de esa belleza sin astillas que algún día ha de salvar a nuestra tierra, cansada y aburrida de tanta grisitud.

María Inmaculada renueva y purifica los ojos primitivos de la Eva primordial. La inocencia mañanera y el frutal aún no tocado. Lo que Eva perdiera en lo albores de la historia, María lo devuelve a la gloria primigenia.

En María se nos anuncia el capullo de la flor que enamora y nos recrea. En María inmaculada la vida se hizo flor y la flor nos dio su fruto.

Y el Mesías Jesús, con su vida y con su muerte, consagra la limpieza que de ella había heredado y nos hace ya posible para siempre el sueño inesperado de un mundo redimido.

José-Román Flecha Andrés

Noticias relacionadas