Viernes Santo 2016

25 Mar, 2016 | Semana Santa

TODO SE HA CUMPLIDO
TODO SE HA CUMPLIDO

Su Cruz y mi Cruz. La cruz de Cristo no era sólo el leño que llevó a cuestas y en el que murió. La cruz de Jesús fue, junto a ésa, el dolor de la soledad, las injusticias que sufrió, los insultos que recibió… Los de aquel momento y los de toda la historia. El dolor que siente por lo que yo he hecho mal hoy contra otra persona, o contra mí mismo o contra Él. Esa es su cruz. Por eso yo soy RESPONSABLE DE LA CRUZ DE JESÚS.

Y mi cruz de cada día, la que tengo que coger para seguirle, no es un leño de madera. Mi cruz es el dolor de la enfermedad, las injusticias que sufro, el cansancio en el trabajo, el dolor que me supone luchar contra la pereza, el esfuerzo por ser generoso -porque me cuesta dar mis cosas-. Mi Cruz es
trabajar bien cuando no me apetece. Y saber pisotearme y obedecer cuando no quiero, y…

Mi cruz es el DOLOR QUE SUPONE A VECES ACTUAR DE ACUERDO CON EL AMAR A DIOS, CON EL AMAR A LOS DEMÁS -más que a mí mismo- y CON EL AMARME BIEN A Mí MISMO ¿para perfeccionarme y no destruirme?.

[LECTIO DIVINA VIERNES SANTO

 >http://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-viernes-santo]
VIA CRUCIS VIRTUAL

ANTE LA CRUZ

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Ante ti, oh cruz, aprendo lo que el mundo me esconde:
que la vida, sin sacrificio, no tiene valor
y que la sabiduría, sin tu ciencia, es incompleta
Eres, oh cruz, un libro en el que siempre
se encuentra una sólida respuesta.
Eres fortaleza que invita a seguir adelante
a sacar pecho ante situaciones inciertas
y a ofrecer, el hombro y el rostro,
por una humanidad mendiga y necesitada de amor.
Ahí te vemos, oh Cristo, abierto en tu costado
y derramando, hasta el último instante,
sangre de tu sangre hasta la última gota
para que nunca a este mundo que vivimos
nos falte una transfusión de tu gracia
un hálito de tu ternura de tu presencia
una palabra que nos incite
a levantar nuestra cabeza hacia lo alto.
En ti, oh cruz, contemplamos la humildad en extremo
la obediencia y el silencio confiado
la fortaleza y la paciencia del Siervo doliente
la comprensión de Aquel que es incomprendido
el perdón de Aquel que es ajusticiado.
En ti, oh cruz, el misterio es iluminado
aunque, en ti, Jesús siga siendo un misterio.

DESDE LA CRUZ DIOS NOS DA LO MAS GRANDE

Ha quedado atrás el bullicio y el griterío de Domingo de Ramos. ¡Hosanna al Hijo de David!
Contemplamos al fondo la mesa que albergó el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección
Aún sienten el escalofrío de la traición y del beso del mal amigo, los olivos que fueron testigos de sueños, violencia y entregas mal pagadas.
Todavía se mantiene el ceño, de un Pedro asombrado por un Jesús excesivamente arrodillado.
Y ¿ahora? Ahora habla el silencio. Es la hora de la cruz. La cruz pregona el amor. Y, en la cruz, se desangra el Señor. En el horizonte ya no brillan las estrellas. Hasta el sol se resiste a iluminar: hoy, sobre la cruz, se alza el REY DE REYES. Ha subido por amor, por nuestro amor.
¿Qué podemos hacer, Señor? Pregunta el hombre desde el llano. Miradme. Contempladme. Es el amor de Dios que, una y otra vez, se desparrama a favor de toda la humanidad.
¿Qué podemos hacer, Señor? Pregunta el temeroso. El que huye del escándalo de la cruz. ¡Os lo advertí! Seguirme implica abrazar el madero, cargar con la cruz. Decir sí a Dios en todo momento. Incluso en los momentos en los que la fidelidad o la fe llevan al dolor.
¿Qué podemos hacer, Señor? Si yo he compartido con vosotros vuestra condición humana. ¡Compartid con Dios su condición divina! ¡No os alejéis de El! Para eso he venido. Por ello sufro y mi cuerpo se desangra: para traeros vida y en abundancia. La vida de Dios.
En Viernes Santo habla el silencio. Pocas palabras jamás dijeron y expresaron tanto. La confianza en el Padre puede más que la soledad o la duda.
La cruz, en el Gólgota, puede sonar a fracaso aparente. Representa todos aquellos esfuerzos que, desde distintos vértices, se realizan en nombre del Señor. Pero al final, sólo al final, se verá –veremos- el fruto de nuestras entregas; de nuestras oraciones; de nuestros silencios. Al final, sólo al final, comprenderemos el valor de tanta sangra derramada. De la fe que tributamos en vida a Dios. De la fidelidad de todos y cada uno de nosotros al Padre.
Porque, desde la cruz, habla el silencio….dejemos las palabras y acudamos al corazón para contemplar en él la grandeza de todos estos misterios.
Porque, desde la cruz, habla el amor….hablemos menos, y amemos más
Porque, desde la cruz, se nos da una Madre….que Ella nos ayude a ser fieles testigos de Cristo
Porque, desde la cruz, se nos perdona…que no desaprovechemos la oportunidad de acogernos a ese perdón
Porque, desde la cruz, se nos promete un Paraíso….que no pongamos nuestros ojos exclusivamente en el mundo
Porque, desde la cruz, el HOMBRE se desangra….que no permitamos más injusticias ni violencia
Porque, desde la cruz, Dios nos da lo más grande….que nada se interponga entre nosotros y Jesús

El Viernes Santo es el día de pasión y muerte del Señor y del ayuno pascual como signo exterior de nuestra participación en su sacrificio
Este día no hay celebración eucarística, pero tenemos la acción litúrgico después de medio día para conmemorar la pasión y la muerte de Cristo. Cristo nos aparece como el Siervo de Dios anunciado por los profetas, el Cordero que se sacrifica por la salvación de todos.
La cruz es el elemento que domina toda la celebración iluminada por la luz de la resurrección, nos aparece como trono de gloria e instrumento de victoria; por esto es presentada a la adoración de los fieles.
El Viernes Santo no es día de llanto ni de luto, sino de amorosa y gozosa contemplación del sacrificio redentor del que brotó la salvación. Cristo no es un vencido sino un vencedor, un sacerdote que consuma su ofrenda, que libera y reconcilia, por eso nuestra alegría.

Meditación del Viernes Santo

Jesucristo, que viendo tu ejemplo de dinamismo, entusiasmo y deseos de cambiar el mundo, no me quede con los brazos cruzados, sino que siga tu ejemplo y me lance con intrepidez a hacerte reinar en los corazones de mis hermanos los hombres.

Puntos a Meditar:

1. Cristo, hombre posesionado por la misión

Cristo se presenta como un hombre entregado a la realización del plan del Padre: salvar al hombre. Toda su vida está polarizada en torno a la misión. En el campo de las relaciones humanas todo lleva una intencionalidad, no hay lugar en Él para una amistad neutra, sabe orientar todo hacia el anuncio del Reino de Dios. Así, cuando algunos discípulos de Juan Bautista quieren saber quien es Él, que hace, donde vive, les invita a acompañarle; después de la conversación, éstos jóvenes inquietos han sido ganados para la causa del Reino. Cuando entabla conversación con la mujer de Samaria (Jn 4, 4 ss) como sabe llegar con finura psicológica y con habilidad pedagógica hacia una realidad trascendente, hacia el terreno de su misterio personal y de su misión.

2. El alimento de Cristo
Necesitamos, como Cristo, no tener otro alimento que la voluntad del Padre. Alimentar nuestra psicología, criteriología, nuestro mundo afectivo y sentimental, nuestra voluntad con la riqueza, el esplendor y la enjundia del Plan de Dios.

A Cristo todas las realidades materiales le hablan de Dios, todo es oportunidad para anunciar el mensaje de Dios…

3. Cristo un hombre dinámico
En toda la vida de Cristo, en su persona y en su psicología, una fuerte tensión: no es un tipo apático, amorfo, flemático, comodón, instalado, sino un hombre que mira hacia el horizonte del mundo, escruta los signos de los tiempos, lucha y se esfuerza con ímpetu por llevar al cabo la tarea encomendada. Es un hombre dinámico, impaciente, si podemos hablar así, por la misión : » Yo he venido a echar fuego sobre la tierra. ¿ Y qué he de querer sino que encienda?» Tengo que recibir un bautismo, ¡ y como me consumo hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer la paz a la tierra? No he venido a traer la paz, sino la espada.» (Lc 12, 49-51).

Citas bíblicas
Is 52, 13-15; 53,12;
Sal 30, 2.6.12-13.15-17.25;
Heb 4,14-16;5,7-9;
Jn 18, 1-19,42.

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