Contemplar ‘El Regreso del Hijo Pródigo’ de Rembrandt
La Parábola del Hijo Pródigo o del Padre Bueno expresa de modo singular el amor misericordioso de Dios Padre, que siempre espera nuestro regreso a casa. Con este relato, Jesús quería poner de manifiesto que Dios es Padre, que nos acoge y perdona en todo momento.
Esta parábola ha sido muy representada en la historia de la pintura. En la sección Con mucho arte de la Unidad 8 tienes dos ejemplos: los cuadros de Murillo y de Rembrandt. Nos vamos a centrar en el cuadro del pintor holandés. Rembrandt (1606-1669) es uno de los principales autores de toda la historia de la pintura. Es el maestro del claroscuro y uno de los más caracterizados pintores del barroco. El cuadro «El regreso del hijo pródigo» es una de sus últimas obras, pintado al final de su vida. Es una cuadro de grandes proporciones -2,62 x 2,05 metros-. En 1766 fue adquirido por la Zarina Catalina la Grande e instalado en la Residencia de los Zares en San Petesburgo, capital de la Rusia Zarista, en lo que hoy es el Museo Hermitage. Te damos alguas pistas para descubrir su mensaje profundo:
El cuadro representa dos grupos de personajes. A la derecha del cuadro, el abrazo entre un anciano y un joven harapiento, y a la izquierda, cuatro espectadores u observadores de la escena -dos hombres y dos mujeres-. La luz es la «clave» pictórica y espiritual del cuadro. La luz emana del anciano -el Padre de la parábola del hijo pródigo- y vuelve hacia él. El fondo es oscuro a fin de que resalte más la luz de la escena principal. Merece contemplarse con detenimiento el rostro del Padre. La mirada del Padre aparece cansada, casi ciega, pero llena de gozo y de emoción contenidas. Es mirada que acoge, que sana, que perdona, que libera. La cara del hijo menor trasluce anonadamiento y petición de perdón. Es un rostro al que sólo se le ve una faz, un tanto deforme, a modo del rostro de un feto. Es signo del regreso del hijo menor al regazo del Padre-Madre. El rostro del hermano mayor aparece resignado, escéptico y juez. El hijo mayor, correctamente ataviado, surge en el cuadro desde la distancia. Como el Padre, lleva barba y túnica roja, que, sin embargo, está bastante más apagada. Le falta brillo y, sobre todo, grandeza y dignidad. La «lejanía» del hijo mayor, su ser también «hijo pródigo» se traduce, en este caso, en la envidía, en la falta de coraje y de valentía para irse. La centralidad del cuadro, el abrazo del reencuentro entre el Padre y el hijo menor, emana intimidad, cercanía, gozo, reconciliación, acogida. El Padre impone con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan -el simbolismo del gesto cristiano y religioso de la imposición de las manos-. Las manos del Padre son las manos del varon y de la mujer. Es el Dios Padre-Madre. La mano izquierda, rugosa y firme, es la mano del Padre; la mano derecha, elegante y fina, es la mano de la Madre.
Te invitamos a que descubras estos detalles del cuadro contemplándolo de manera virtual con la nueva herramienta de Google: GoogleArtProject. Esta nueva aplicación nos permite acceder a más de mil obras de arte que están expuestas en los museos más importantes del mundo (como, por ejemplo: The Metropolitan Museum of Art y el MoMA de Nueva York, el museo Hermitage de San Petersburgo, la National Gallery de Londres, el Museo Reina Sofia de Madrid o la galería de los Uffizi de Florencia). El servicio nos ofrece imágenes en alta resolución (¡más de 7 mil millones de pixels!), por lo que podremos realizar ampliaciones espectaculares de las imágenes y analizar los cuadros, prácticamente, como si estuviésemos con un microscopio .
Hemos grabado estos vídeos breve para que compruebes las posibilidades de esta herramienta y te animes a contemplar el cuadro…