Hay un proyecto en mi

7 Nov, 2018 | Cultura vocacional

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El proyecto de Dios

Cuando todo lo que ocurre se lleva al mundo de Dios y de su proyecto de amor para mí, las cosas se comprenden y el corazón puede experimentar La Paz.

Todas las vidas son un proyecto de Dios por el amor que tiene a cada uno en concreto.

En la vida se trata de descubrir lo que Dios quiere para mí y lo que Dios quiere que haga para consolar a otros.

Pero nosotros, como criaturas que tal vez ya venimos heridos por un pasado doloroso, no hemos caminado perseverantemente por el camino de Dios. Muchas veces retrocedemos o renunciamos a Él agobiados por éste o aquél acontecimiento que nos dejó con un sabor amargo en la boca o con los huesos doloridos.

Muy pocas veces nos detenemos a pensar que ésta es la forma de Dios para formarnos la mente, el corazón y la conciencia pues cada experiencia dolorosa te pone frente a dos caminos: profundizar en la humanidad de Cristo o bajar la cabeza, decepcionarse y decir que Dios no existe optando por salir de su camino.

Alguien que conoce y contempla la vida de Jesús sabe que en los momentos de gran prueba, de desolación y de injusticia es cuando más tiene que decidirse caminar y mirarlo a Él. Contemplarlo y acompañarlo.

Y, ¿por qué digo decidirse? Pues porque a Jesús siempre en los momentos de prueba lo dejaban solo. O sus amigos le daban la espalda o no parecían reconocerlo. Pero aunque esto fuera así, Jesús nunca estuvo solo, sufrió intensamente como persona. Esto es cierto. Pero Él sabía que esto era parte del proyecto de Dios para la salvación del hombre.

La vida de Jesús es la gran novela del amor de Dios por los hombres. Tu vida, la mía, nuestra vida también es una novela de amor…
Esta novela maravillosa se trata de que tú y yo la escribamos sobre las letras que ya han sido trazadas por la mano de Dios.

Se trata de decir como Jesús sí a la vida, sí al proyecto de Dios para mi vida y aunque me duela, llore y hasta me desanime seguiré creyendo en su proyecto para mí. Descansando en sus brazos y dejándome dirigir por su Santo Espíritu.

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