No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. (Mt 9)
Cuando muchos me llamaban traidor,
tú me llamaste amigo.
Cuando todos me volvían la espalda,
tú me diste la mano.
Cuando nadie me quería cerca,
me invitaste a seguirte
Cuando me excluían de todas las mesas,
te sentaste a mi lado.
Cuando la soledad me mordía por dentro,
escuchaste mi historia.
Cuando otros me echaban en cara mis errores,
tú abriste la puerta de la misericordia.
Cuando más condenado me sentía.
Tú me salvaste.