Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa.
(Mt 12)
El sol irradia, la flor comparte su perfume, el árbol da fruto, los ríos no beben su propia agua y ninguno de ellos pide reconocimiento o gloria. Ahí están ofreciendo lo mejor de sí mismos para enriquecer la vida común. Vivir para los demás debería ser nuestra meta, nuestro camino, nuestro sendero. Vivir para los demás debería ser nuestro mayor tesoro labrado en la roca de la enseñanza más profunda. Sólo abrazando al otro, sólo atesorando riquezas en lo sutil podremos comprender la esencia que nos hace inmortales. Sólo arrodillándonos ante la evidencia de aquellos que ya lo hacen podremos imitar sus pasos. La flor, el río, el sol, el árbol.
Abrazar la unidad y empezar a practicar los caminos del amor en acción, es sin duda el mayor milagro que la naturaleza ha puesto ante nosotros. Ser conscientes de ello y ponerlo en práctica, es la mayor revolución que jamás la raza humana haya podido hacer. Comprenderlo y practicarlo, debería ser nuestra mayor revelación espiritual, y por lo tanto, la mayor grandeza de nuestras vidas.