Las ausencias producen tristezas, las lejanías vacío y los silencios dudas… Pero no será así con el Señor.
Nos hace una promesa que debe llenar nuestro corazón: ‘vuestra tristeza se convertirá en alegría’ Es fiel y cumple sus promesas. Nuestras lágrimas serán transformadas en sonrisas, en gozo. Sólo en Él, en la confianza que Él da, en la vida que regala, en la respuesta que le damos, en la espera que nos mueve… podemos convertir las tristezas en alegría. Desechemos cualquier duda sobre la bondad de su proyecto, sobre la opción por la humanidad que ha hecho. Vivir la vida anticipando la alegría segura del encuentro con Él convierte en llevaderos nuestros pesares… Buscarle en esas alegrías no pasajeras de la vida nos acercan a Él, lo anticipan, lo hacen presente. Confía.