ABECEDARIO DEL CATEQUISTA
Anuncia el reino de Dios
Busca el interés por Jesucristo
Continúa la obra de Jesús
Dedica tiempo a la oración personal y comunitaria
Enseña con caridad y con claridad
Favorece a los más débiles
Gasta tiempo e ingenio en favor del Reino de Dios
Huye de todo derrotismo y de la desesperanza
Ilumina con la Palabra de Dios en el Espíritu Santo
Jerarquiza, por orden y prioridad, los valores esenciales de la vida
Lee, para reflexionar, aquello que quiere transmitir
Llega, con silencio y con palabra, en el momento preciso
Mira con optimismo su trabajo. Sabe que Dios le acompaña.
Nunca dice “es suficiente lo que hago”
Opina que su misión merece la pena y que, Dios, le dará fruto
Participa asiduamente de la Eucaristía
Quiere y promueve la verdad y la justicia
Renueva frecuente su vida con la confesión personal
Saborea cada encuentro como si fuese el primero
Tiene la sensación de que una fuerza superior lo sostiene
Une su esfuerzo al de toda la iglesia universal
Vive en propia vida aquello que predica
Xilografía con sus obras lo que siente y vive por dentro
Yuxtapone con su propia vida la orientación del Evangelio
Zarpa, en aquello que se propone, con la ayuda de María Virgen.
DECÁLOGO DEL CATEQUISTA
1.- La catequesis es inseparable de la vida. “Quien educa en la fe no puede correr el riesgo de presentarse como una especie de clown, que recita un papel por oficio”, ha reiterado en varias ocasiones Benedicto XVI. Catequista no es solo el que enseña, sino, sobre todo, el que testimonia. Por ello, la coherencia entre fe y vida es indispensable para el catequista.
2.- La catequesis ha de brotar de la Palabra de Dios. “La Escritura, íntimamente asimilada, sugiere los contenidos que se deben anunciar para convertir los corazones.
3.- La catequesis ha de ser proclamación y testimonio de Jesucristo. “Cristo es todo para nosotros”. La verdadera identidad y condición del catequista es la identidad y la condición del testigo. Escribía San Ambrosio: “Si quieres curar una herida, El es el médico; si estás ardiendo de fiebre, El es la fuente; si estás oprimido por la iniquidad, El es la justicia; si tienes necesidad de ayuda, El es la fuerza; si tienes miedo de la muerte, El es la vida; si deseas el cielo, El es el camino; si estás en las tinieblas, El es la luz.
4.- La catequesis es un servicio, un ministerio eclesial. El catequista no actúa para sí o por sí. No puede ir por libre, ni “predicarse” a sí mismo. Lo hace en nombre de la Iglesia y para la gran causa del Reino. Lo que el catequizando espera de él es que le muestre a Jesús, al único Jesús, que es el Jesús de la Iglesia.
5.- La catequesis requiere y necesita de la oración. Es su clima, su savia, su abono, su atmósfera más propia, íntima y fecundadora. El catequista ha de orar, ha de cultivar una relación de amor, de silencio, de escucha y de diálogo con el Señor al que transmite. La catequesis siempre ha de comenzar y de acabar con una plegaria. El catequista ha de ser orar sus catequizandos y los catequizandos por su catequista.
6.- La catequesis se alimenta de la Eucaristía. El catequista ha de mostrar con su ejemplo y con su vida que la Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida cristiana. “Gustad y ved que bueno es el Señor”.
7.- La catequesis se prepara. Es teología en migajas. Y la teología es la fe que busca la inteligencia. La catequesis no se improvisa. Porque la catequesis sirve para dar razones de la esperanza cristiana.
8.- La catequesis ha de abrirse a los nuevos y viejos saberes. A las ciencias pedagógicas y a las nuevas tecnologías y medios. No para ser esclava de ellas; no para rellenar el tiempo con ellas, sino aprender a comunicar a los hombres de hoy el Evangelio de siempre con los medios, las técnicas y los saberes de hoy.
9.- La catequesis sirve a la verdad. La catequesis ha de dar respuestas fundamentales, fundamentadas y humildes. No ha, pues, de suscitar dudas innecesarias ni temores inadecuados.
10.- La catequesis ha de ser pedagogía del amor. La mejor y mayor autoridad del catequista son su testimonio y su amor. De ahí la importancia de que la catequesis camine a la par que la Escuela y de que la catequesis entre en el hogar, en la familia y en los amigos de los catequizandos.
Jesús de las Heras Muela
Fuente: www.revistaecclesia.com