Jesús, en esta hora concreta, nos dice y no nos engaña: “No temáis, no tengáis miedo, que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde”. Y parece que nos susurra en cada instante: Yo he vencido al mundo y a la muerte, yo estoy con vosotros. Siempre tenéis a vuestro alcance la intercesión de mi Madre, la Virgen María. A ella también la saludó el Ángel con las mismas palabras: “No temas, María.” Ella se fió y se convirtió en mi madre y en la vuestra. No penséis que os digo palabras de cumplido. Me comprometo en ellas: No temáis, quien se fía de mí no quedará defraudado. ¡Paz a vosotros!
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