¡Señor, sálvanos!¡Nos estamos hundiendo!’
Él responde que sin miedo. Acudir a Él es seguridad de compañia. Está muy atento aunque no lo percibamos así. Nos escucha siempre porque nos quiere aunque parezca que ‘duerme’. Está en la barca con nosotros. Se sorprenden de su poder, dejemos que Él nos haga, que actúe y nos sorprenderemos de su bondad. El miedo se pierde a su lado, es confianza lo que Él da. No hay tormenta que le venza, es Señor de nuestra vida. Démosle poder a Él y no a nuestros líos y tormentas.